En cuestión de unas pocas semanas, Miquel Rayó (Palma, 1952) ha publicado dos poemarios –Aquí diu vent (Adia Edicions) y Del quadern d'Adam (El Gall Editor)– y coordinado el proyecto Escriure la Serra avui: més enllà de Costa i Llobera, una inciativa impulsada por la asociación Tramuntana XXI en colaboración con la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana, la Fundació Mallorca Literària y el PEN Català, que también se ha convertido en un libro, en el que han participado una selección de autores nacidos a partir de 1980: Miquel Àngel Adrover, Cecília Navarro, Pere Antoni Pons, Aina Riera, Lucia Pietrelli, Sara Rivera y Pau Vadell. Esta tarde, a las 19.00 horas, presentará Del quadern d'Adam en Drac Màgic junto a Jaume Gual, «fotógrafo de sensibilidad exquisita» del que se incluyen varias imágenes en el poemario, y la autora y traductora Laia Malo.
La tríada, en todo caso, confiesa que «son un poco lo mismo». «Quiero creer que tengo un itinerario coherente o reconocible. En los libros de literatura infantil y juvenil siempre había elementos de la naturaleza o de la rondallística popular, así como la necesidad de defender causas justas. Luego están las novelas de aventuras, porque me gustan los viajes, los territorios inexplorados. Finalmente, está la poesía, donde la naturaleza también está muy presente. Mi obra se nutre de las excursiones que hago, de la observación de aves, de mis lecturas», detalla.
Así las cosas, Rayó reconoce que «es evidente que estoy más cerca de los haikus japoneses, de cariz orientalista que se rige por la simplicidad aparente, que no de un largo poema de T. S. Eliot, aunque evidentemente no le estoy quitando mérito».
Por otra parte, Rayó avisa que la falta de signos de puntuación en los poemas tiene un objetivo claro: «Que el lector haga su propio recital en voz alta, que encuentre su ritmo de lectura». «Es también, en cierto modo, un acto de provocación. Es decir: ‘No te dejes guiar por lo que digo, transfórmalo tú en tu propia lectura'», aclara.
En esta misma línea, señala que, como Aquí diu vent, «son sinceros en el amplio margen que concede la sinceridad del autor. Puede que, en realidad, todo lo que diga sea mentira porque quiero dejar buena imagen», bromea irónicamente.