La historiadora del arte Pilar Rubí es una de las personas que ha asesorado a Rafa Cervera en el libro The Velvet Underground. El grupo que pervirtió la música rock (Libros Cúpula) –que incluye un prólogo de Ana Curra–, que acaba de publicar con motivo del décimo aniversario de la muerte de Lou Reed, uno de los fundadores de la mítica banda junto a John Cale y Sterling Morrison.
Concretamente, la mallorquina, tal y como señala el propio autor, se ha dedicado a «poner en contexto el momento artístico en el que nace el grupo». Al fin y al cabo, añade, «es una banda muy unida a las vanguardias y a todo el caldo de cultivo que hay en el Downtown neoyorquino de principios de los años sesenta». Asimismo, Cervera apunta también que «en este libro, la mayoría de protagonistas son masculinos, por lo que he intentado poner en valor a los personajes femeninos que, a su vez, no fueron pocos».
Contextualización
Por su parte, Rubí destaca que «no es la típica biografía de una banda de rock, sino que contextualiza, a la vez que es un relato íntimo basado en la propia experiencia de Cervera entrevistando a Lou Reed, ese momento de cambio en el que se rompieron muchas barreras, tanto desde el punto de vista social como cultural».
Así las cosas, la aportación de Rubí es «historiográfica». «Las consultas que me hacía Rafa eran sobre ese contexto de desarrollo del arte contemporáneo en el que surge Velvet Underground y también sus colaboraciones con Andy Warhol. Es una época en la que hay corrientes en el arte contemporáneo que dejan lo material para pasar a lo conceptual. Son movimientos como Fluxus que son primordiales para entender la evolución del conjunto, que rehúyen de lo comercial y reinventan el concepto de lo sonoro», detalla Rubí, que, a su vez, añade que el volumen está plagado de «referencias literarias».
De hecho, puntualiza, el volumen comienza diciendo que Lou Reed quería ser escritor. Lo explica Cervera a raíz de una conversación que el artista tuvo con Paul Auster. «A partir de ahí, Rafa ahonda en cómo la vida le llevó por otros derroteros, hasta la música», comenta.
En este sentido, la historiadora reconoce que «para mí o, puede que para mi generación, Velvet Underground no es una referencia tan directa, pero sí que muchos grupos que admiro, como Parálisis Permanente [de la que formaba parte la prologuista, Ana Curra] los tenían a ellos como una fuente de inspiración», concluye Rubí , que celebra que sus dos pasiones, la música y el arte contemporáneo, se encuentren «felizmente» en este proyecto.
Punto de vista
‘El peor disco de la historia del rock’
Xavi SolàEscuchando Perfect day, uno de los temas más conciliadores y exitosos en la trayectoria de Lou Reed, recordé su paso por el Teatre Principal en 2010. Imposible olvidarlo. Aquel fue uno de los primeros conciertos que cubrí para esta casa. Su espectáculo generó una fuerte división de opiniones. Para empezar, se plantó en el escenario con media hora de retraso, síntoma de que el público se la traía al pairo, le imagino apurando su cerveza en el camerino con el rictus impasible. Con el patio de butacas hasta la bandera, el neoyorquino comenzó a desplegar el repertorio de Metal Machine Music, un álbum que en su día fue calificado como el ‘peor disco de la historia del rock’. Integrado por cuatro cortes de más de quince minutos cada uno, se trata sin duda alguna de su álbum más endiabladamente conceptual, con un sonido extravagante que nos remite al noise primerizo.
No habían pasado ni quince minutos cuando el público comenzó a manifestarse a favor o en contra de lo que oía, incluso hubo quien optó por abandonar la sala. Se sentían estafados. Otros, los más desairados, comenzaron a silbar. Si bien fueron rápidamente silenciados por la salva de aplausos que acudió, rauda, al rescate del cantante. Los fans más acérrimos apreciaban la maestría allá donde otros sólo veían una tomadura de pelo. Los oídos más cultivados apreciaban un mar de matices, mientras que para los menos avezados aquello no era más que una sinfonía monocorde, extravagante y ridícula. Todo, insisto, a escasos quince minutos del inicio. Las canciones que el ex Velvet Underground repasó sobre el escenario componían su experimento más osado. Escritas en 1975, un recodo del siglo XX demasiado lejano como para tacharlo de postmoderno, el músico las compuso y arregló en tan sólo 24 horas, aunque aseguró haberlas estado preparando durante seis años. A mi humilde juicio, aquello fue un todo un desafío a la armonía, un descomunal descontrol melódico que el neoyorquino defendió sin inmutarse.
Adjetivos como polémico, controvertido, genial o carismático confluyen en la persona de Lou Reed, quien 10 años después de habernos dejado sigue conservando intacta su aura de rock’n’roll star, por mucho que en aquella velada -llaménme necio- un servidor no entendiera nada.