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La nueva promotora musical The Impossibe Bird echa a volar

El proyecto de Tomeu Gomila estrena logo del ilustrador Max y traerá a la isla a Bill Kirchen y Victor Coyote

Tomeu Gomila (izquierda) y "Max" Capdevila con algunas de las creaciones del historietista e ilustrador | miquel angel canellas

| Palma |

Tomeu Gomila tiene un nuevo proyecto. El promotor musical mallorquín, artífice de iniciativas musicales alejadas del mainstream como Waitin' for Waits; Folk You; Women don't wait for Waits y Rudy Sessions, pone en marcha la promotora The Impossibe Bird. Toma el nombre del disco que publicó Nick Lowe en 1994 y será precisamente uno de los guitarristas de este disco, el veterano «titán de la telecaster» Bill Kirchen, quien abra el programa de conciertos el próximo 17 de noviembre en La Movida de Palma. Le seguirá el músico y artista visual, Victor Coyote, exponente de la movida madrileña al frente de Los Coyotes, el 16 de diciembre en Santa María.

Gomila no afronta la aventura en solitario. Le acompañan sus también socios en Rudy Sessions, Carlos Marroig, Pep Lluís Oliver y Pep Llambias y se incorporan Pazzis Veiret y Esther Girón. Su intención es hacer «conciertos puntuales delicatessen que nos permitan recuperar artistas que están fuera del circuito comercial a pesar de que siguen publicando discos maravillosos». ¿Hay público en Mallorca como para que una promotora como The Impossible Bird sea rentable? Gomila lo tiene claro: «Lo hay, pero todos son mayores de 40 años. De 40 para abajo ignoran por completo el circuito regular de música en directo y solo van a macrofestivales una vez al año. Algo estamos haciendo mal los padres si no somos capaces de transmitir a nuestros hijos la magia de la música en teatros y salas de conciertos».

El promotor musical es muy crítico con el modelo «depredador» que, en su opinión, proponen los macrofestivales actuales: «Son eventos en los que la música es lo que menos importa. Se están cargando el circuito de salas de música en directo y, lo que es peor, con la complicidad de las instituciones que los financian. Con el dinero público que invierten en un solo concierto de Antonia Font, que no lo necesitan porque llenarán igualmente cobrando entrada, puedes hacer 50 conciertos al año pagando buenos honorarios a bandas internacionales y locales».

Gomila pide a las instituciones más ayudas para las promotoras pequeñas: «una buena política cultural atiende a toda la ciudadanía, no sólo a los amantes de propuestas mayoritarias. La insularidad añade dificultades para organizar conciertos: los vuelos son cada vez más caros, los músicos tienen que pagar un asiento extra para poder transportar una guitarra acústica y las habitaciones individuales de hotel no bajan de los 100 euros por noche. Estos aspectos son los que las instituciones deberían subvencionar llegando a acuerdos con las empresas privadas para favorecer una cultura para todos».

Max, entre acordes y viñetas.

El pájaro con largo pico que ejerce de logotipo de «The Impossible Bird» es obra de Francesc Capdevila, «Max» (Barcelona, 1956), el reconocido autor de historietas e ilustrador catalán afincado en Mallorca desde 1984. No es la primera vez que colabora con Gomila: suyos son los carteles del Waitin for Waits de 2008, que acogió la recordada actuación de Richard Hawley, primera en la isla, y del Folk You de 2016. Aunque su reciente condición de abuelo le obliga a dedicar más tiempo a su nieta que a los lápices, apenas opuso resistencia a la nueva petición de su amigo promotor: «nos conocemos de hace muchos años porque yo ya era asiduo a los conciertos del Waitin for Waits. Dije que sí enseguida, me gustan mucho los pájaros», admite sonriente.

El logo del pájaro imposible es el eslabón más reciente de la cadena de colaboraciones de Max con músicos e iniciativas culturales de la isla, que se inició con la portada del single «Arbol del amor», de Nasti (Digitals, D-30, 1991). Trabajó también para Crudos (Fuckin' Up My Brain , Malafama Records, 1995) y en un proyecto con Sexy Sadie «que no cuajó». Suyo fue el logo de 40 putes, la biblia de la cultura a mallorquina no oficial, y la imagen gráfica del grupo de música electrónica NeoTokyo, ya en los 2000. Reconoce que no es imprescindible que le guste el estilo musical del artista a la hora de aceptar un encargo: «pero, eso sí, tienen que pagar muy bien», admite con sonrisa pícara.

La intensa relación de Max con la música se inicia a los 14 años al escuchar en la radio el «Jumpin´ Jack Flash» de The Rolling Stones: «sentí que me explotaba la cabeza», asegura. Desde entonces, el creador de personajes como Peter Punk o Bardín el superrealista lleva cuarenta años dibujando con canciones: «necesito la música para trabajar, siempe la tengo puesta. Músico fustrado? Un poco sí... Tengo una guitarra y sé tocar cuatro acordes pero nunca he pasado de ahí porque el dibujo me absorbió totalmente»

Max inicia su trayectoria artística en la década de los 70. Tiempos de contracultura en los estertores de la dictadura en los que Max publicaba en la clandestinidad en «El Rrollo Enmascarado, el primer fanzine contracultural en nuestro país y de «El Víbora» (1979), que Max vive al ritmo de Bob Dylan, The Rolling Stones, Patti Smith, Neil Young, The Band, Frank Zappa, Grateful Dead o Jefferson Airplane «Siempre he tenido gustos abiertos, nunca he tenido manías con la musica».

Los 80 permiten a Max conocer a Santiago Auserón y trabajar con Radio Futura, uno de los grupos emblemáticos de la movida: «La idea era hacer un cómic para incluirlo en el disco «El canto del Gallo» (1987). Yo me encargaba de los dibujos y Santiago del texto de los bocadillos. Nos comunicábamos por carta y todo fue tan lento que salió el disco antes de acabar la historieta. Finalmente la sacamos en El Víbora y posteriormente la discográfica la editó para promoción. Flipé mucho cuando escuché en directo a Santiago rapear textos de la historieta en un concierto. ¡Quedo muy bien! Para Max, los 80 son también la década de The Clash («uno de mis grupos de cabecera»), David Bowie, The Cure, Echo and the Bunnnymen...

La luz de los 80 da paso a la oscuridad de los 90: «tuve una sobredosis de Nick Cave, al que hace 10 años que no escucho porque me pone triste». Es la década en que descubre a gupos como Pixies y Sonic Youth, y en la que cultiva su afición por el rock experimental y el noise, combinado con música más reposada, como la americana y el country alternativo: «tengo mi particular santísima trinidad: Lambchop, Bonnie Prince Billy y Giant Sand. Me identifico con ellos por su música y por la actitud que tienen ante la industria: hacen lo que les da la gana sin importarles el éxito masivo, que es el camino que siempe he elegido y la actitud más sana que ha de tener cualquier artista.»

Con Pascal Comelade, con el que reconoce una gran conexión que dio lugar al delicioso «Haikus de Piano», llegó a compartir escenario en seis o siete «conciertos dibujados». Y con Los Planetas, con los que colaboró en un vídeo musical e hizo la portada de «Una ópera egipcia» (Sony, 2010) llegó a enfadarse en un Primavera Sound: «les hice unos visuales de una hora para los conciertos de celebración de los 15 años de su disco «Una semana en el otro de un autobús». Durante la actuación a alguien se le fue la mano con el efecto del humo en el escenario y nadie pudo ver la pantalla. Me enfadé tanto que me fui a ver a Nick Cave, que tocaba en el escenario de al lado. Después se disculparon»

En la actualidad, Max sigue compaginando nuevas bandas de rock experimental sin dejar de lado músicos que le han acompañado durante toda su vida; «El concierto más bestia que he visto en mi vida es uno de Swans, también me encantan Mogwai, Godspeed You! Black Emperor y The Ex, pero me gusta también recuperar viejos discos de Bob Dylan, Patti Smith y los Stones de los 60 y los 70».

¿Qué música escucharían hoy sus celebres personajes Peter Punk o Bardín el superrealista? Max sonríe: «En el caso de Peter, ni siquiera sé si seguiría vivo. Y a Bardín me lo imagino escuchando musica atonal y dodecafónica o cosas así de musica contemporánea. De hecho, se me ocurre que podría formar un dúo musical con su amigo Cirlot en el que Bardín toca el theremin y Cirlot toca el fagot. No sé lo que saldría de ahí…».

Mientras ejerce de abuelo, Max trabaja precisamente en una reedición aumentada de Bardín el superealista, con el que gano el Premio nacional de Comic de 2007, y en otra de los dibujos que hizo en la década de los 90 durante los conciertos con Pascal Comelade. Sigue publicando su tira semanal en El País.

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