Advierte Pep Bonet (Colònia Sant Jordi, 1974) que siempre ha querido fotografiar «lo que odio o lo que amo». En la primera categoría, ha logrado en las últimas décadas el reconocimiento internacional con proyectos documentalistas de denuncia, realizados por medio mundo. De la segunda, por amor, lleva fotografiando la Mallorca más primigenia durante los últimos siete años y presenta, desde ayer domingo y por primera vez, el resultado en la fundación Michael Horbach de Colonia (Alemania).
«En este proyecto, titulado Paradís, no hay ninguna denuncia, va más de lo que me sale del corazón, quería recordar la Mallorca de mi infancia y buscar la belleza, al regresar a vivir en la Isla después de años viviendo fuera», contó ayer el fotógrafo, mientras terminaba de montar la exposición en suelo alemán. Bonet empezó su carrera fotoperiodística cuando vivía en Ámsterdam, desde donde se desplazó a numerosos países en conflicto, como Sierra Leone o Haití, colaborando con organizaciones no gubernamentales, como Médicos sin fronteras.
La exposición de Colonia cuenta con 137 fotografías, la proyección de un documental del director Matteo Vielile y un texto del escritor Biel Mesquida. «Es un texto muy poético, donde pedí a Mesquida que no tratara nada de lo que yo le había contado previamente sobre el proyecto, y me emocioné cuando me lo recitó por primera vez», descubrió Bonet.
«Paradís explora con la fotografía la relación de los mallorquines con la naturaleza de la Isla, alejándose de las ideas preconcebidas», apuntó el autor, quien comentó que «primero, empecé retratando a mi familia, quería alejarme de los clichés que existen sobre Mallorca, del turismo de masas y la asociación que siempre se suele hacer con un lugar de fiesta, retraté a artistas como Circ Bover, Miquel Barceló, Agustí Villaronga, Maria del Mar Bonet o Rafa Forteza, me fijé en Dimonis o en gente que me parecía fotogénica, siempre en entornos sin cemento ni construcciones».
Metáfora
Bonet ha recurrido a una técnica artesanal que se llama ‘Negativo Reclamation'. «He usado varias cámaras de placas, adaptadas a una película que ya no existe, para mostrar una Mallorca que tampoco existe, destrozando el negativo, que es lo que estamos haciendo con la Isla», desveló. El resultado son imágenes que evocan la naturaleza onírica de los recuerdos, con colores desvanecidos, manchas, imperfecciones y desenfoques. El fotógrafo no sólo juega con la composición y el escenario natural elegido, también aprovecha los efectos impredecibles de la manipulación de esta técnica de revelado. Además, opta por un acabado con marcos antiguos.
«Es un proyecto que ha implicado un gran esfuerzo, el proceso ha sido laborioso, todo ha sido muy artesanal, me lo he pasado muy bien y estoy orgulloso», afirmó Bonet, quien puntualizó que «ha sido un reto y me he emocionado mucho en el transcurso del proyecto».
El fotógrafo declaró que «durante los siete años que ha durado el trabajo, no he mostrado ninguna imagen del mismo en las redes sociales ni en ninguna parte, es por lo tanto la primera vez que se verán las fotografías», y avanzó que «quiero que la exposición ruede por Europa, que la gente que se lleve una imagen más mágica de la que tenían de Mallorca». Disset Edició prepara la publicación de un libro con las imágenes.