La cineasta Marina Rueda presentó en la pasada edición del Conofest un cortometraje documental muy especial y emotivo. Se titulaba Qui sent música y constituía una reflexión íntima sobre la muerte en la que canalizó artísticamente sus sentimientos tras el fallecimiento de su hermana Magda. Fue una experiencia enriquecedora y, sobre todo, una acción que le «ha ayudado mucho», reconoce la directora. Por ello, tras la presentación, la pregunta fue clara: «¿Ahora qué hago?». El resultado es Les coses que mai et vaig dir, una nueva producción, esta vez en clave de ficción, que sigue siendo homenaje a Magda y exploración de un tema tabú: la muerte. El filme cuenta con una campaña de micromecenazgo en este enlace.
El corto se centra en dos jóvenes, Pau i Vicenç, que se reencuentran en el cementerio cinco años después de la muerte de la hermana del primero. Comparten juntos una promesa y sentimientos nunca confesados entre sí. No oculta Rueda que «hay detalles que simbolizan a mi hermana» e incluye «cosas que son muy de ella», pero su cinta va algo más allá del mero recuerdo, sino que es también una manera de adentrarse no solo en la muerte, sino en el duelo.
Con inspiración en el cine de Xavier Dolan y Verano del 85, de François Ozon, la cinta traza la búsqueda de los encuadres idóneos para narrar una historia original, escrita, precisamente, en el mismo cementerio, «lugar al que voy mucho a estar con mi hermana y que me inspira». Allí, de hecho, escribió la historia y allí fue justamente donde la rodó.
A través de los actores Xisco Arreza y Adrià Vicens, y con la mirada puesta en la postproducción, donde color y montaje se sumarán a su labor de dirección, Les coses que mai et vaig dir se aleja del dolor, tratado en su anterior filme, para explorar «las promesas hechas y por cumplir».
Y aunque no salte a la vista, es también un continuar «el legado de mi hermana», a quien describe como «una superbuena persona a quien le gustaba mucho la música y la fotografía. De hecho, empecé en ella gracias a Magda», por lo que la cinta no solo es un trabajo de creación propia de una cineasta joven, sino también una carta de amor volcada de simbolismo en elementos personales dirigida a su hermana, una manera artística de canalizar los sentimientos que han quedado sin un destino y de decir, de una forma u otra, todo aquello que quedó sin decirse.