Carme Riera, escritora y académica de la Real Academia Española, donde ocupa el asiento ‘n', recibió ayer el homenaje por parte de la Fundació Amics del Patrimoni en su fiesta Esplendor de la Mediterrània, que tuvo lugar en la iglesia de los Sagrats Cors, de Palma, y que fue presentado por el diseñador Chus Burés. Riera ofreció un discurso que versó sobre las imágenes de la Virgen en diferentes cuadros y las diferentes representaciones que se hace de ella en Occidente y Oriente: «En las primeras aparece leyendo, mientras que en las segundas solía coser», como un alegato en favor no solo de la lectura, sino del acceso a la cultura por parte de la mujer. Antes de recibir el reconocimiento, Riera atendió a Ultima Hora y explicó que «los libros no solo me han cambiado la vida, sino que siguen pudiendo hacerlo porque algunos nos hacen ver la vida de otra manera y nos dan alas para llegar más lejos».
Ella misma recuerda que aprendió «a leer tarde, a los 7 años» y que fue gracias a su padre, quien le leyó La princesita está triste, de Rubén Darío: «Me pareció tan bonito que lo quise leer yo misma», confiesa Riera que si bien vio en Darío su primer amor literario fue El Quijote el que verdaderamente «me cambió la vida al permitirme entender que lo importante no es lo blanco o negro, sino lo gris. La vida está en los matices y es fundamental para vivir y entender al otro».
Por ello reivindicó ayer la «importancia» de la lectura y el acceso a la cultura por parte de todos y, en concreto, de las mujeres, algo que no ocurre en todas partes. «Es espantoso que en algunos sitios lo impidan, como hacen los talibanes», y señaló la «suerte de que las mujeres occidentales estemos alfabetizadas». Ella misma, si no fuera por la circunstancia fortuita de haber encontrado el libro adecuado en el momento adecuado, quizá no hubiera sido escritora. «Para escribir es fundamental leer. Las dos cosas van implícitas y si no has leído suficiente es muy complicado escribir bien».
Imagen
La forma que halló Riera para conectar todos estos puntos, es decir, la lectura, las mujeres y el aspecto religioso, no fue otra que la imagen de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, muy representada a lo largo de la historia del arte. «A mí me encanta pasearme por los museos y ver mujeres leyendo en los cuadros y es algo muy común de la pintura medieval, renacentista o barroca que en la Anunciación se represente a la Virgen leyendo». Es algo «muy bonito» y, además, justifica la capital importancia del «acceso a la lectura y de que las mujeres sean transmisoras de cultura».
Y de una imagen que representa la lectura a otra que, de una manera u otra, la está apartando, ya que Riera también explicó su parecer sobre el hecho de que «hay muchos libros y buena literatura, pero igual no los escogemos porque la gente prefiere ver una serie antes de ir a dormir, cuando antes leerían». Esto es así porque «no hay que imaginar lo que ya estás viendo en la pantalla, por lo que requiere mucho menos esfuerzo, pero también pierdes otras muchas cosas». Leer es imaginar lo que lees y creo que la gente debería hacerlo más», concluyó la autora. Riera, que también participará el lunes 29 en el club de lectura de la Biblioteca de Cort donde se está trabajando su novela La meitat de l'ànima, también valoró como «algo estupendo que se me siga leyendo porque un libro sin leer es un libro muerto», detalló.