Es uno de los cineastas españoles habituales en festivales como Cannes y su nombre hace flaquear las rodillas de algunos por su fama de enfant terrible y, por qué no decirlo, egocéntrico. Incluso hay quien le ha incluido en listas de artistas que se consideran ‘el puto amo'. Y lo cierto es que para ser artista, uno ha de creérselo un poco. Se trata de Albert Serra(Banyoles, 1975), que presenta en el Atlàntida Mallorca Film Fest su nueva cinta, Pacifiction, que ya pasó por el mencionadoCannes y que con sus 2 horas y 45 minutos de metraje(y se dice que el material total sumaba más de 500 horas) sigue a DeRoller, Alto Comisario de Francia en Tahití y su intento de averiguar si los ensayos nucleares se van a retomar.
Aunque si le preguntan al propio Serra de qué va su película él probablemente conteste que no lo sabe. El poder, la política y la decadencia se dan la mano con potentes y hermosas imágenes que el catalán utiliza para hablar «algo que está a la orden del día», pero en un ambiente «crepuscular, con tensión» y en un entorno de «paraíso perdido» como puede ser Haití. «Es como esta especie de utopía en la que todo aparece pacíficamente, pero también es una película maligna» en la que se reflejan temas de manera remota como «lo de Rusia o el ascenso de la extrema derecha. Hay algo perverso en todo esto».
La cuestión política, de hecho, sobrevuela toda la trama, incluso con un monólogo del protagonista, encarnado por un magnífico Benoît Magimel, en el que se pone de manifiesto la decadencia de una época y de una forma de hacer política. Para Serra sigue siendo «difícil de entender al protagonista», que se mueve por una lógica interna de la propia trama que escapa a lo que él mismo pueda planear, pero que le lleva a pensar en la vida misma:«Si miras aPedro Sánchez no sabes si es maligno o le interesa el bien común, pero es con todo. En la vida solo ves las consecuencias de los actos de los demás y la política está cubierta por una nube de impenetrabilidad. Yo, además, dudo que la presencia del bien común sea algo importante en la política hoy en día».
Originalidad
En cualquier caso, Pacifiction es «más original que lo que se ve hoy en día». A su vez, añade que «humildemente creo que abre vías para el cine del futuro». Sobre este sentido, Serra valora la «experiencia física» que supone ir al cine y, sobre todo, a ver «películas que te incomodan, incluso te apabullan» frente a las cintas «escritas, rodadas, producidas y pensadas para evitar que el espectador se sienta incómodo».A su vez, en opinión del realizador, el arte «requiere un cierto esfuerzo, pero la gente ahora está acostumbrada a reaccionar inmediatamente y yo no me voy a poner al nivel de un idiota o de un tonto; es él el que debe intentarlo». Y de toda la paja cinéfila, al final «quedarán los mejores y los demás que se queden haciendo lo que hacen, que está muy bien», considera Serra.
Sobre su nuevo título, reconoce que es algo más accesible que otras cintas de su filmografía, aunque no ha sido algo buscado, sino que «ha salido así». «Quería que fuera un poco romanesque, que pasaran cosas y que haya peripecia ligeramente contada y sin énfasis», algo que aparece siguiendo el «deambular del protagonista», y todo salpicado de «mucho humor, aunque aparece ensombrecido, y con mucha burla a la propia película». El resultado es «una película de imposibles, totalmente inverosímil, que roza lo absurdo, pero con actores que lo hacen tan bien que rozan esos límites». También habla Serra del trabajo de montaje, que considera como «un proceso artístico y científico a la vez» en el que «has de encontrar la mejor película entre las imágenes que tienes grabadas» y es algo que juzga «especialmente interesante porque la cámara graba cosas que el ojo humano no ve y que ni entiendes hasta que las analizas a través del filtro de la cámara».