No es fácil desgranar el paso por Mallorca de pintores que formaron parte de lo mejor de las vanguardias artísticas y que poco a poco han caído en el olvido. Aflorar todo ese substrato, y estudiarlo en el futuro en profundidad, con luz y taquígrafos, enriquece considerablemente la cultura de la Isla, que es mucho más amplia y universal de lo que algunos reduccionistas de campanario vienen contando.
En este contexto cabe redescrubir a la pintora alemana, Magda Malerin Langenstrass-Uhlig (1888-1965), que durante el 55 estuvo en Mallorca y Eivissa y pintó numerosas acuarelas, sobre todo del Port de Sóller donde pasó una larga temporada. Magda estuvo inspirada en sus primeros momentos por la famosa Bauhaus, la escuela de artesanía y arquitectura fundada por Walter Gropius. De pequeña estuvo en un internado donde descubrió su interés por la pintura.
Fue una de las primeras mujeres en ir a las dos academias importantes de Bellas Artes de Weimar. Tras la I Guerra Mundial se asentó en Berlín donde se integró en el grupo de Paul Klee y de Wassily Kandinsky. Cultivó la pintura abstracta y en ese momento llegaron los nazis al poder, con lo que Magda pasó a formar parte de los artistas considerados por ellos como unos degenerados. Entre 1955 y 1965 vivió en Hesse y en ese periodo viajó a Grecia (1959) y al sur de España más Eivissa y Mallorca (1955), entonces su fuerte ya era la figuración en forma de acuarelas con estilo propio, en ellas marcaba muy bien las líneas y no dejaba que el colorido se disolviera. Son de una gran belleza y constituyen una mirada distinta de nuestro paisaje.