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Can Vivot, un ‘improvisado' museo de arte

El creador australiano Michael Staniak se estrena en nuestro país con laBibi Gallery

El artista Michael Staniak, en la exposición. | Teresa Ayuga

| Palma |

La emblemática casa señorial Can Vivot, en el corazón del casco antiguo de Palma, se convierte estos días en un museo de arte contemporáneo de la mano del artista australiano Michael Staniak(1982) y la Bibi Gallery. El creador se estrena por partida doble en España y en Mallorca con una muestra que, en sus propias palabras, reflexiona sobre «cómo las pantallas y las tecnologías están cambiando la manera de ver los objetos físicos o cómo se modifican las tradiciones, ahora vistas desde otro lenguaje visual».

«Elegir Can Vivot para esta exposición fue una oportunidad perfecta para explorar cómo la historia y la cultura contemporánea convergen en una sola. Algo parecido sucede cuando exploramos diferentes periodos históricos de forma online. El tiempo se convierte en algo no lineal. Es similar lo que ocurre con esta propuesta. Estamos en un edificio histórico del corazón de Palma pero este palacio se ha convertido en un museo de arte contemporáneo, algo que podrías encontrar en Nueva York», afirma Staniak.

La intervención de Staniak podrá verse hasta el próximo 23 de abril de forma gratuita.

Su intervención, que podrá verse gratis hasta el próximo 23 de abril –de martes a sábado, de 11.00 a 19.00 horas–, consiste en siete cuadros y siete esculturas. Tanto unas piezas como otras comparten una «línea tradicional», «metódica y materialmente hablando». Su pintura, como él mismo reconoce, se inspira en el arte parietal de las cuevas prehistóricas y las esculturas son de bronce, aunque luego pasan por un software en 3D. «El resultado final sigue siendo bastante tradicional», apunta.

No menos importante es que esta sea la primera vez que Staniak sale de su país desde que empezara la pandemia. «Australia está muy alejada del resto del mundo, por lo que siempre me he comunicado a través de las pantallas y de internet. Por ello, cada vez que viajo es refrescante, es una manera de conectar realmente con los lugares y la gente. Cuando vi por primera vez Can Vivot, no pude creer lo bello y lo inmenso que era, a pesar de que anteriormente había visto imágenes en internet o que me enviaban desde la Bibi por WhatsApp. La pantalla no puede compararse con la realidad», concluye.

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