Lo confieso, fue antes de que Coque Malla y sus Ronaldos entraran en mi vida, antes de caer rendido ante la enérgica languidez de los Smiths; antes, incluso, de subirme al carro del sonido Manchester para bucear en la psicodelia de Stone Roses; y mucho, mucho antes, de que el lirismo arrebatador de James me dejara en una nube. Antes de todo eso hubo un grupo, madrileño para más señas, en mi vida. Y aunque no es fácil de confesar, qué demonios, fui fan de Hombres G. Un grupo cuyo repertorio no es ningún hallazgo generacional, vale, pero que en cambio provoca una catarsis que te induce a olvidar los problemas, abandonándote en el optimismo irresponsable de sus letras.
Suéltate el pelo es un quinteto hechizado por la obra de Hombres G, con un contundente directo que refleja fielmente el sonido de éxitos como Venezia, Devuélveme a mi chica o Voy a pasármelo bien. De hecho, recientemente lo demostraron sobre el escenario de la sala La Movida, donde interpretaron éstos y otros éxitos.
La banda de David Summers se comió el pedazo grande del pastel en los 80 con su pop-rock fresco y desinhibido, trufado de textos descaradamente intrascendentes. Fue una época de dulce recuerdo, quién no tiene en un púlpito su adolescencia es que no ha vivido, o lo hizo en la franja de Gaza... No recuerdo una radio fórmula más potable que la de aquellos días, la comparas con la actual y dan ganas de echar a correr. Y, a todo esto, hete aquí a cuatro muchachos que, empuñando canciones con estribillos tan ‘incisivos' como ‘sufre mamón, devuélveme a mi chica o te retorcerás entre polvos pica-pica' se metieron al público en el bolsillo. Está bien recordarlo, nunca está de más echar la vista atrás y tratar de reconocernos en aquel chaval borracho de inocencia que un día fuimos.
El caso es que en aquella época de tupés, chaquetas de cuero y maquillajes estrambóticos, Hombres G dejó escritas canciones que perduran vivas en el imaginario colectivo de varias generaciones, un repertorio sembrado de hits, buenas vibraciones y ese pop sin ínfulas que invita a corearse brazo en alto, a pleno pulmón. Y, aunque no lo parezca, hace falta sesera para procurarse un sonido propio a partir de un referente tan manido como el pop. Descartada la genialidad, el único objetivo de la banda de David Summers era y es el entretenimiento, una aspiración que alimenta su amplísima colección de hits. Rellenos de estribillos directos como flechas que conviven a la sombra de melodías beatlesianas creando un ritmo resuelto y grácil. Por eso, subirse al carrusel de Hombres G es iniciar un viaje al frondoso vergel de la adolescencia, tiene ese punto de inocencia y de descubrimiento que se reserva a los exploradores sin mapas, pero con intención de hacer historia.