Marina Mullor, Guillermo Bauzá, Simó Reus y Carlos González son Marlovers, un cuarteto de atmósferas envolventes y aterciopeladas que en su cuarto LP, I don't feel like myself, resucita el power pop de los 80-90, la almohada sonora sobre la que se recostó una generación de románticos.
Su lista de referentes no tiene desperdicio: Teenage Fanclub, Matthew Sweet, Gigolo Aunts, Fountains of Wayne, The Posies, Velvet Crush, entre otros muchos «faros para cualquier navegante del océano pop», opina Simó Reus, miembro de esta banda mallorquina que pertenece a una raza que pensábamos extinguida de la faz de la Tierra. Esa que, entre tanta barba mormona y folk anodino, no teme reivindicar el legado de Sarah Record, el sonido C86 o el cada vez más denostado power pop. Porque Marlovers son indies a la antigua usanza, la cosa viene de lejos, mientras la mayoría soñaba con las soleadas playas de California, ellos lo hacían con la fina y martilleante lluvia de Glasgow. Eso es romanticismo anglófilo y lo demás son bobadas.
Cambio
Con todo, explica Guillermo Bauzá que en I don't feel like myself «hay un cambio de dirección en cuanto a sonido e influencias. Los tempos son más vitalistas y las guitarras más enérgicas y repicantes, aunque los teclados y las armonías siguen ahí. Básicamente son canciones más sencillas, pero eso no significa necesariamente que sean más fáciles de hacer». El resultado es un álbum que viene cargado con un puñado de temas que son pura efervescencia postadolescente, en el sentido más amplio, porque aunque ya son 'mayores' el pop los ha mantenido jóvenes.
En I don't feel like myself, el cuarteto apuesta decididamente por el sonido de «grupos que nos encantan y de alguna manera se podrían englobar, a grandes rasgos, en el denominado power pop». En cuanto a las letras, escudriñan «situaciones cotidianas, de personajes basados en alguien que conocemos y que finalmente quedan reflejados en las canciones como pequeños retratos desenfocados, ya que son bastante crípticas, centradas en transmitir esa sensación que inspira la canción más que en contar algo de forma explícita», añade Bauzá.
Durante el proceso de gestación llegaron a hacer más de cuarenta temas, y en la última fase «escogimos los que considerábamos más logrados, dejando fuera muchos». Asegura Guillermo que «las grabaciones fueron muy distendidas y agradables porque todo el proceso fue realizado en casa». Aunque, a día de hoy, desconocen como sonarán sus nuevos retoños sobre el escenario. Pero, eso sí, la discográfica que las respalda no es moco de pavo, «tuvimos la suerte de que el sello por excelencia de power pop estatal, Rock Indiana, se interesó en el proyecto, y aquí está el resultado».