«¿Y cómo hace uno para pegarse esto en el alma?», se preguntaba Mafalda con una tirita entre las manos. Así se han sentido este miércoles todos aquellos que alguna vez han ojeado una de las viñetas de Quino, el padre de esta pequeña y elocuente niña conocida por todo el mundo.
Su mano trazó infinitas veces las líneas negras que silueteaban a su personaje más universal. Quino tenía una peculiar forma de ver la vida y convirtió a Mafalda en la niña que se atrevía a decir lo que todos piensan pero callan.
Este miércoles, tras conocerse la noticia de su fallecimiento a los 88 años, el mundo de la cultura llora su pérdida. Las redes sociales se han llenado de dibujos y viñetas en las que la protagonista es una niña «inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible, que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles», según la definieron cuando su padre recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014.
Quino se marcha, pero deja algunas lecciones. Entre ellas, la que deberíamos recordar cada día al despertar: «Lo que realmente importa es comprobar que, al fin de cuentas, la mejor edad de la vida es estar vivo».