Que Angela Merkel tenga una película sobre ella puede sonar extraño a simple vista, pero cuando se tiene en cuenta que es una de las figuras más relevantes de la Europa contemporánea, cobra más sentido. Esta es la perspectiva desde la cual el realizador alemán Stephan Wagner enfocó un encargo de la televisión germana cuando realizó Merkel, filme centrado en la gestión de la canciller de la crisis migratoria de 2015 y que se estrenó ayer en el Atlàntida Film Fest en La Misericòrdia, con la presencia del director con el objetivo de «hacer reflexionar sobre los hechos que no estaban al alcance del público cuando tuvieron lugar».
¿Merkel es una cinta documental o de ficción?
— Para mí es una película de ficción. Es cierto que tiene elementos de biopic, pero se centra mucho en los acontecimientos de 2015 y en los problemas políticos que se generaron entonces.
¿Cómo valora el rol de la canciller en la crisis migratoria?
— Ella hizo su trabajo como líder político cuando se encontró una avalancha que arrasaba todo colina abajo. Lo que intentó fue mantener la cabeza a flote, pero no solo la suya sino la de muchas otras personas que lograron sobrevivir. Básicamente decidió afrontar los problemas en lugar de dejarlos a un lado, y en comparación con otros líderes o países es una excepción.
¿Por qué decidió contar esta historia en concreto?
— Siempre he visto muy interesante contar historias complejas y los temas políticos son los más complejos de todos. La mayoría del tiempo hay más de dos lados de la historia y me pareció muy interesante mostrarle a la audiencia lo que había detrás de la cortina y motear ese reflejo en la audiencia. Mirar en retrospectiva a cuando se tomaron decisiones que conducirían a la gente a hacer cosas que igual no quería hacer, y aquí tuve la opción de contarlo desde un tema que cualquiera en Europa conoce.
¿Cuál es el objetivo del filme?
— Mi trabajo es encender un debate y una cadena de pensamientos o reflexión basado en hechos a los que no teníamos acceso en el momento en el que tenían lugar. Se trata de un punto de inflexión icónico, y fue un reto cinematográfico.
¿Es Merkel la mala o la buena de la película?
— Es el personaje principal y hay varias formas de narrarlo: Como un héroe, un antihéroe o, en este caso, una heroína quebrada y rodeada de antagonistas que basan sus decisiones en intereses personales. Ella tiene la gran responsabilidad de tomar decisiones que incluso traspasan las fronteras de su propio país.
¿Qué diferencias ve entre la crisis de 2015 y la actual?
— Creo que todos aprendimos de 2015, especialmente los políticos que entonces se peleaban unos con otros. El resultado fue que los extremistas lograron ganar las elecciones, y los democráticos tuvieron que sentarse y pactar una solución. Ahora, el tono es diferente, al menos en Alemania, porque no hay políticos intentando ridiculizar a sus oponentes para ganar rédito electoral. Otra diferencia es que lo que tenemos ahora con el virus es un problema científico, con hechos que no dependen de tus creencias, a no ser que creas que la Tierra es plana.
¿Cree que Europa será diferente cuando Merkel se retire?
— La vamos a echar de menos y la gente se está empezando a dar cuenta de ello. En 2016 sus números eran muy malos y muchos no podían esperar a que se retirase, y esos mismos ahora preguntan si no sería bueno que se presentara una quinta vez. En mi opinión se le aplica el refrán de que nadie es profeta en su tierra, y quien la sustituya tendrá que calzarse unos zapatos de gigantes, pero alguien tiene que hacer ese trabajo.
Se dice que Imogen Kogge, que interpreta a Merkel, ha hecho un trabajo espectacular.
— Tal cual. El reto de llevar a cabo un papel que todo el mundo conoce es enorme y hace casi imposible estar a la altura, pero ella logró encontrar un camino entre el reconocimiento del personaje y su propia interpretación.