Este martes llegó a las librerías La prima mayor (Temas de Hoy), la traducción al castellano de La cosina gran, primera y exitosa novela de Laura Gost (sa Pobla, 1993), que publicó Lleonard Muntaner hace un año. La autora tenía preparada una gira por Oviedo, Sevilla, Barcelona, Madrid y Bilbao, entre otras ciudades, algo que no se ha podido llevar a cabo presencialmente debido a la crisis generada por el Covid-19. Sin embargo, sí que protagonizará algunos encuentros virtuales, como ayer mismo, junto a la periodista Teresa Viejo, en el canal de Instagram de Casa del Libro. También participará en la colección Escrits a casa de la Fundació Mallorca Literària.
Debuta con una gran editorial. ¿Qué tal ha sido la experiencia?
—Muy buena. La verdad es que me preocupaba que, al entrar en un sello tan grande, se perdiera esa calidez y familiaridad en el trato que percibí y sigo percibiendo con Maria, de Lleonard Muntaner, que además ha digitalizado el libro recientemente. Pero son un gran equipo y como una pequeña familia.
En marzo de 2019 veía la luz La cosina gran, ¿ha revisitado la historia?
—No, porque estoy trabajando en una nueva novela y quería separar las historias por miedo a la tentación de volver a repetir universos. Aunque es inevitable porque sigo recibiendo feedback de mucha gente..
¿Qué puede avanzar de su nueva novela, que publicará Empúries?
—Volveré a jugar con ese intimismo; me gusta que haya personajes que reflexionen mucho y que haya relaciones un tanto peculiares. Sin embargo, la edad será un poco superior. Si en La cosina gran hice un ejercicio de retrospección, de conectar con aspectos de mí misma o del entorno de mi adolescencia, aquí tendrá una perspectiva actual.
¿Será también una novela corta?
—Sí, más o menos tendrá la misma extensión, puede que un poco más. No haré una novela de 400 páginas aquí, puede que algún día sienta esa necesidad…
Un editor me dijo en una entrevista que a las novelas de más de 150 páginas les sobran páginas.
—He leído todo tipo de libros y, como en las películas o relatos, creo que cada historia requiere una extensión. Ahora bien, si como escritor tienes dudas sobre si esas 50 páginas están quitando ritmo o agilidad a la historia, es mejor omitirlas. También es verdad que la industria editorial suele preferir libros no excesivamente largos; a no ser que sean clásicos y obras de culto.
La cosina gran tenía muchos ingredientes para triunfar: la extensión y la fácil identificación con los personajes.
—Puede que tuviera ingredientes, pero no lo veía tan claro. Antes había escrito dos tentativas de novelas, que no quiero que vean la luz nunca. No imaginaba esta acogida, ¡se publican tantas novelas cada año! Sí que pensé en que tal vez podría gustar aquí, en la Isla, pero la prueba del algodón fue que gustaran más allá de mi entorno conocido. En este sentido, la traducción al castellano y en italiano, el año que viene, es un paso más.
Durante el confinamiento por el coronavirus rodó con Jaume Carrió el cortometraje Aquells que haurien d'haver anat a París. ¿Tienen ganas de seguir trabajando juntos?
—Siempre he dicho que me gusta mucho la incursión en el audiovisual, pero no me considero guionista al uso, sino más bien escritora. Por otra parte, tenemos muy claro que solamente trabajaremos juntos en proyectos en los que nos sintamos muy realizados en nuestra faceta.
¿Ha leído ya la polémica la esperada autobiografía de Woody Allen, A propósito de nada (Alianza Editorial)?
—Me gustó mucho. Lo que quiero dejar claro es que es un testimonio más, tan válido como el que pueda dar Mia o Dylan Farrow. Como ya dije en el discurso en los Goya, como nunca podrá haber nunca una certeza sobre lo que pasó, creo que es arriesgado llegar a una conclusión por una intuición o acto de fe. En esa época circulaba, a raíz del movimiento Me Too, que me parece tan necesario, el mensaje de ‘yo te creo Dylan', pero yo nunca diría ‘yo te creo Woody'. No sé si Woody Allen me caería bien, pero lo que sí me interesa mucho es él como personaje.