El Palau de Congressos de Palma acoge este miércoles a las 20.00 horas el Concert d'Any Nou, que correrá a cargo de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears (OSIB), dirigida por el maestro José Miguel Pérez-Sierra. En esta cita sobresale la actuación de la versátil soprano de origen mallorquín Susana Cordón (Palma, 1974), que cuenta con un extenso currículo que incluye actuaciones en los principales teatros nacionales y varias importantes citas internacionales. Se espera un auditorio abarrotado y ya quedan pocas entradas por vender. El día 2 repiten, pero en el Auditori de Manacor a las 19.30 horas.
Nació en Palma aunque se mudó muy temprano, ¿cuál es su relación con la Isla?
— Con cuatro años me trasladé a Alicante con mi familia y me crié allí pero aquí tengo primos y tíos. Una parte de mi corazón es de aquí y yo lo siento así.
¿Actuar en Mallorca hace el concierto más especial?
— Ya he cantado en la Isla antes pero esta vez es diferente porque es una actuación de Año Nuevo, con ese ambiente especial, que esta ocasión es 20-20, además. Y contamos con un repertorio maravilloso y muy bonito.
¿Cómo nace su amor por la música?
— De cuando era muy chiquitita. En las reuniones familiares siempre me tocaba cantar a mí y en el instituto estaba en un grupo pop. Fue entonces cuando conocí a mi maestro (don Guillermo Palomar) quien me abrió los ojos al canto lírico y me enamoré absolutamente de la música.
¿Cómo fue ese flechazo?
— Una de las primeras piezas que me hizo cantar fue el Ave Maria de Schubert y me enamoré a primera vista (o a primera nota). Es una de mis piezas preferidas de siempre, aunque últimamente me cuesta mucho cantarla porque me pongo a llorar como una magdalena.
¿Qué la define como cantante?
— La versatilidad. Yo es que me aburro muy rápido, me encanta cambiar y hacer cosas nuevas. Tenemos un abanico tan generoso e intenso que es una pena desperdiciarlo. Poder pasar del barroco al clasicismo o el romanticismo y definir la música a través de esa paleta de colores que es la voz.
¿Y qué hay del repertorio del concierto? ¿Cómo lo define?
— Muy alegre. Posee mucha luz y por eso me gusta. Vamos a tocar piezas únicas y maravillosas que son muy conocidas y que el público va a recibir con mucho entusiasmo. No saldrán llorando como magdalenas como yo, sino felices porque la música está llena de alegría y de mucho sol.
¿Nota diferencias entre los distintos públicos para los que actúa?
— La verdad es que sí. En Madrid el público es más serio, primero tienen que relajarse, pero aquí estáis relajados desde el primer minuto, y eso es genial. Todas mis experiencias con el público de Palma han sido muy satisfactorias porque es encantador. Todo el mundo aquí lo es.
Una vez que baja del escenario y llega a casa, ¿desconecta o escucha ópera en su tiempo libre?
— Desconecto y descanso bastante. Me gusta mucho escuchar otros estilos, como Coldplay, y en el coche pongo Los 40 Principales porque si escucho ópera me despisto muchísimo y me convierto en un peligro para la Humanidad. La ducha, por otro lado, es un buen momento para repasar cosas. Cuando vivía en el centro de Madrid mis vecinos tenían conciertos míos de vez en cuando.
¿Está ahora en un momento especial de su carrera?
— Todos los momentos son especiales y me aportan o me llenan de alguna manera. No hay uno que sobresalga. Lo que sí es cierto es que ahora he podido empezar a elegir lo que canto, cosa que antes no podía hacer.
¿Hay algo que le pida o desee del año nuevo?
— Lo cierto es que se han cumplido muchos deseos que tenía, como ser catedrática en la Escuela Superior de Canto de Madrid, lo cual es una buena noticia. Este año tengo un proyecto en Pamplona al que le tengo unas ganas maravillosas porque será mi primer gran papel de bel canto con Norma de Bellini.
¿Qué le diría a la gente para que se anime a ir al concierto?
— Les diría que no se lo pueden perder. Pérez-Sierra es un gran maestro que dirige como nadie y se trata de un repertorio muy alegre que promueve el compartir. Es un concierto perfecto para el año nuevo.