Jaume C. Pons Alorda (Caimari, 1984), afincado en Vilafranca del Penedès (Barcelona), acaba de publicar su segunda novela, titulada Ciutat de Mal (Angle Editorial), con la que obtuvo el Premi Ciutat de Tarragona Pin i Soler. El escritor la presentará el 19 de diciembre en la librería Drac Màgic de Palma. El texto opta, con Les millors vacances de la meva vida (Empúries), de Neus Canyelles, colaborador de Ultima Hora, y Lítica (Males Herbes), de Lucia Pietrelli, al Premi Òmnium a la mejor novela del año en catalán.
¿Para qué le sirve situar la novela en un mundo distópico?
—La verdad es que pensaba, al escribirla, que estaba siendo muy exagerado con esta distopía, presentando una sociedad dictatorial que reprime las libertades, pero ha acabado siendo algo parecido a lo que está sucediendo, con presos políticos, personas injustamente encarceladas, represión de las libertades humanas y un estado español que se está convirtiendo en un auténtico estado fascista tercermundista. Pensaba que todo esto ya no existía. El libro ha salido en el mejor momento posible, como crítica de lo que está sucediendo durante las últimas semanas, al conocerse la sentencia del Procés.
¿Está relacionando directamente lo que sucede en Cataluña con el mensaje de la novela?
—La correspondencia es total. El mensaje de Ciutat de Mal es que la pasión desborda a la vida, supera todos sus obstáculos y acaba destruyendo a las sociedades dictatoriales. En ese sentido, es un libro esperanzador. Hay sociedades que están intentando reprimir nuestra libertad, pero, al final, la pasión, la libertad y la independencia sobrevivirán y ganarán.
Reflexiona sobre la complejidad en la manera de narrar, en el placer de la forma literaria.
—Es un libro que cautiva y es fácil de leer, atrapa en una primera lectura. Es un libro adictivo, con capítulos breves e intensos. En un segundo nivel, el lector encontrará referentes, juegos lingüísticos, un lenguaje que se recrea en la poesía, el teatro y el ensayo.
Para la generación del 70, esta Ciutat de Mal podía ser Palma.
—En mi novela, Ciutat de Mal es un universo que da forma a esta sociedad distópica. El título es un homenaje a esa generación. La primera frase de la novela es una referencia a Blai Bonet. Hay referencias a muchos otros autores. Mi novela es un texto de textos, un metatexto constante. Cada frase trata de llevar al lector a un elemento de la historia o estilístico. Una de las tramas del libro está protagonizada por un escritor. La reflexión final es que la literatura ofrece una manera de entender el mundo.
Su escritura es intensa, a veces incluso violenta y, en ocasiones, puede llegar a ser escatológica.
—La generación del 70 no me influyó narratológicamente, pero sí en el estilo, en la búsqueda de un lenguaje propio, contundente, violento y estremecedor, también en la energía, la construcción de grandes imágenes, de la épica, y convertir la literatura en un campo de batalla.
Se ha apoyado en mujeres para la construcción de sus personajes.
—La importancia de las tramas siempre recae en personajes femeninos. Es una voluntad marcada. Quería escribir un texto feminista porque el patriarcado es otra dictadura, que se ha de erradicar. Una forma de eliminarla es crear grandes personajes femeninos. Hay una defensa a ultranza de la libertad, el poder, la fuerza y la voluntad de la mujer.
¿Qué supone haber ganado el Premi Pin i Soler?
—Ha sido una bendición, algo que no me esperaba. Creo que ayudará a demostrar que no soy un poeta que escribe novelas, sino que soy un novelista con todas las de la ley.
¿Cómo está el proyecto de traducción de El preludi de William Wordsworth?
—Lo estoy acabando. Es un trabajo de cuatro años. Wordsworth es uno de los primeros románticos ingleses. Durante 50 años estuvo escribiendo este poema autobiográfico, que ahora traduciré completo y definitivo, por primera vez en catalán. Es un volumen de 400 páginas. Se publicará en Edicions de 1984.
¿Cómo influye la labor de traductor en su obra narrativa y poética?
—Yo soy un autor total y me reparto en mis poemas, narraciones y traducciones. En toda mi obra, construyo mi gran biblioteca épica y majestuosa.