Desde las alturas de Times Square, una menina gigante contempla a los más de 350.000 viandantes que a diario atraviesan la céntrica plaza. Es la protagonista de un mural, el más grande de la historia de Nueva York, con más de 3.000 metros cuadrados y firma mallorquina, la de Domingo Zapata.
El lienzo envuelve tres paredes de 15 pisos del emblemático One Times Square, el edificio que da la bienvenida al Año Nuevo con la mítica bola de cristales, y ahora y hasta principios de 2020, saludará con la icónica figura pintada por Velázquez, e interpretada por Zapata, a habitantes y turistas de la Gran Manzana.
El mural habla de España, de Mallorca, pero también de los sueños y las ilusiones por conseguirlos, detalla Zapata, apenas unos minutos después de concluir la magna obra y todavía cubierto de pintura.
«El mural va sobre los sueños. No sobre los míos, los de todos y de que a veces todo es posible», detalla Zapata, hablando de los motivos de su obra, donde también tienen un lugar importante iconos relacionados con el país como el vino o el toreo, entre otros aspectos.
Zapata llega cargado con una mochila con todos sus bártulos y no es difícil verle colgado del edificio, sobre el céntrico cruce de la calle 42 con Broadway, pintando sobre la lona.
Así, Zapata ha tenido que enfrentarse al calor húmedo de Nueva York y también a las tormentas que han azotado la ciudad desde hace unas semanas.
Sin embargo, ni el calor ni el agua han impedido que Zapata trace el mural más grande de la historia de la ciudad: «Nos llevamos este récord a casa y con muchísimo cariño se lo quiero dedicar a mi tierra».
La obra también tiene una finalidad benéfica ya que, una vez se descuelguen las telas, estas se dividirán en cientos de porciones y se repartirán entre diversas asociaciones sin ánimo de lucro. «En concreto una es Scholas Ocurrentes, que es la asociación del papa Francisco, y otra es una asociación que se llama Elevate, que trabaja en las escuelas de Nueva York que están por debajo del índice de pobreza», asegura en este sentido Domingo Zapata.
Las zapatillas del artista son otro ‘mural', repleto de manchas y gotas de pintura, después de más de una semana ‘colgado' de un arnés a más de cien metros de altura. ¿Sufre de vértigo? «Ya no. Si lo de pintar deja de funcionar, entonces siempre me puedo dedicar a limpiar ventanas porque ya he aprendido a hacerlo», bromea.