El escritor argentino Leopoldo Brizuela, ganador del Premio Alfaguara en 2012 por su novela «Una misma noche», falleció en Buenos Aires a los 55 años, según confirmaron este martes a Efe fuentes de la Biblioteca Nacional argentina, donde el autor trabajaba.
«No puedo creer que falleció Leopoldo Brizuela. No lo puedo creer. Qué mierda. Gran tipo, excelente escritor. El mundo se volvió loco», escribió en Twitter la novelista argentina Claudia Piñeiro.
En declaraciones desde Costa Rica al diario Clarín, la autora añadió que aunque algunos de los amigos de Brizuela «sabían que estaba enfermo», el desenlace les «tomó por sorpresa y con una tristeza infinita».
Nacido en La Plata en 1963, el también traductor logró, entre otros galardones, el Premio Clarín de Novela en 1999 con su obra «Inglaterra. Una fábula» y el Premio Konex en 2004 como Diploma al Mérito por sus cuentos.
El último trabajo que publicó fue «Ensenada. Una nueva memoria» (2018), en la que se centra en una niña que vivió los primeros años del peronismo, así como su derrocamiento y proscripción.
En los últimos años trabajaba en la Biblioteca Nacional de Argentina, encargado de rastrear y rescatar archivos de escritores argentinos.
Además de Piñeiro, otras personalidades y organizaciones de la literatura argentina mostraron sus respetos hacia la figura del escritor y traductor y lamentaron su pérdida.
Desde la editorial Penguin Random House, donde Brizuela había publicado varias novelas bajo el sello Alfaguara, mostraron una «infinita tristeza» por la muerte del escritor.
El autor de novelas, cuentos y poesía, además de narrador y traductor, cuenta con libros que han sido traducidos al alemán, francés, italiano y portugués.
Entre ellos, se encuentran «Tejiendo agua» (Premio Fortabat 1985), «Fado» (1995), «Los que llegamos más lejos» (2002) y «Lisboa. Un melodrama» (finalista del Premio Rómulo Gallegos 2011).
Brizuela fue escritor residente del Banff Centre for the Arts, Canadá; del International Writing Program, de la Universidad de Iowa, Estados Unidos; y recibió un subsidio de la Fundación Goulbenkian de Lisboa para el estudio de la cultura portuguesa.
Además, fue colaborador habitual de suplementos literarios y coordinó talleres de escritura creativa.