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Almallutx, el mayor yacimiento islámico, «olvidado» por la gestión pública

Arqueólogos y voluntarios sacan una gran vasija, que se conservó casi intacta tras el incendio que destruyó Almallutx en el siglo XIII, de una de las viviendas del yacimiento.

| Palma |

Ni el Patronato de la Serra de Tramuntana, ni los políticos del Consell que visitaron Almallutx, -el mayor yacimiento islámico de la Isla- al inicio de la actual legislatura, han aportado partidas económicas para las excavaciones arqueológicas y la posterior investigación de este enclave. Según el arqueólogo Jaume Deyà, que trabaja allí junto a Pablo Galera «desinteresadamente» desde 2012, Allmallutx, ha sido «olvidado» por todos. Ubicado en el Gorg Blau, bajo las aguas de las que se surte Palma, ha aportado numerosa información sobre la presencia islámica en Mallorca, de la que casi no había restos, «por lo que abre nuevas líneas de investigación».

Almallutx, que despertó interés nacional, así como en Japón y en Alemania, sigue generando curiosidad fuera de la Isla. El jueves, mientras Deyà hablaba con Ultima Hora, recibió un mensaje de una televisión japonesa, la segunda. Le solicitaban subir al yacimiento para rodar parte de un reportaje sobre lugares que son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

El yacimiento tiene la peculiaridad de estar cubierto por el agua la mayor parte del tiempo. «Solo exacavamos entre octubre y noviembre, cuando el nivel baja, así que no podíamos optar a las subvenciones del Consell para las campañas de verano por los plazos que daban; hace dos años que no excavamos, estamos agotados y nos hemos dedicado al trabajo de laboratorio», cuenta desesperanzado.

Los contactos que mantuvieron con los anteriores gestores políticos, y con los actuales, no han dado frutos. Según explica, visitaron Almallutx «Ensenyat, Miralles y Jurado e hicieron promesas, como firmar un convenio con Emaya, propietaria del yacimiento, que no salió adelante; del Patronato de la Serra nos dijeron que publicáramos un cómic para hacer divulgación, que nos ayudarían, y tuvimos que pagarlo nosotros». El apoyo económico solo llegó desde la Caixa, tres años, y Emaya, que les dio tres mil euros «para tapar agujeros».

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