La poetisa cubana Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura en la isla, ha muerto este miércoles en su natal Matanzas (oeste) a los 96 años, confirmaron medios oficiales del país caribeño.
La autora del célebre «Me desordeno amor, me desordeno» ha fallecido el miércoles y sus restos ya han sido cremados, anunció la televisión estatal cubana, que no especificó la causa de la muerte de la escritora, considerada una de las principales voces femeninas de la poesía en Cuba.
El hogar ancestral de Oliver (1922-2018) en la calzada Tirry 81, inmortalizado en uno de sus poemarios, servirá de capilla ardiente donde quedarán expuestas esta tarde sus cenizas.
Hasta sus últimos días, Oliver se mantuvo activa y lúcida, sirviendo de anfitriona en las tertulias que organizaba en la antigua casona de su familia, donde fue filmada por última vez durante un homenaje del Gobierno local de Matanzas por su 96 cumpleaños, el pasado 6 de julio.
Abogada de profesión, Oliver fue además profesora de pintura, dibujo y escultura, aunque nunca ocultó que su verdadera pasión era la poesía, en la que triunfó casi desde el principio de su prolífica carrera.
El segundo de sus más de 40 poemarios, «Al sur de mi garganta» (1949) la situó definitivamente en el mapa literario cubano e internacional.
Publicado con financiación propia, tono desenfadado y muy autobiográfico, este cuaderno dejó entrever una fuerte personalidad que luego escandalizaría a la conservadora sociedad cubana de entonces, que le otorgó el codiciado Premio Nacional de Poesía un año más tarde.
En la década de 1950 Oliver conoció a la chilena Gabriela Mistral en casa de otra de las grandes autoras de la isla, Dulce María Loynaz, y sus versos fueron incluidos en las antologías «Cincuenta años de poesía cubana», compilada por Cintio Vitier, y en «Las mejores poesías de amor cubanas», de la española Editorial Laurel.
Carilda Oliver escribió en 1957 el famoso poema «Canto a Fidel» y lo envió a la Sierra Maestra, donde luchaban los rebeldes bajo el mando de Fidel Castro, quien tardaría dos años más en llegar al poder.
Para el triunfo de la Revolución, en 1959, Carilda Oliver se había consolidado como una de las poetisas cubanas más prominentes y una de las más transgresoras.
Recibió en 1998 el Premio Nacional de Literatura, el galardón más importante concedido a un literato en la isla.
Casada varias veces -su último esposo tenía 50 años menos que ella- y protagonista de numerosos romances, como ella misma relató en sus poemas, Oliver rompió con las convenciones y utilizó sus versos para defender el erotismo, la sensualidad, la feminidad y la libertad de escoger en una sociedad que prefería a una mujer encasillada en roles de madre o de luchadora.