Con su fallecimiento de este lunes a los 46 años, Dolores O'Riordan entra en el amplio club de músicos carismáticos desaparecidos prematuramente, en el que están desde veinteañeros como Amy Winehouse o Jim Morrison a quienes se quedaron en los cuarenta, como John Lennon, Elvis Presley o Whitney Houston.
Una larga lista de grandes nombres de la música que se fueron cuando aún tenían mucho que ofrecer, como le ha pasado a O'Riordan, fallecida hoy en Londres, donde había acudido para una corta sesión de grabación, cuyo contenido aún no ha sido desvelado.
Más de 200.000 mensajes en Twitter en poco más de hora y media desde que se conoció su fallecimiento avalan el interés provocado por el fallecimiento de la cantante irlandesa, poseedora de una voz tan compleja y personal como la Amy Winehouse o Whitney Houston.
Winehouse entró con su muerte en 2011 en el trágico «Club de los 27», edad a la que fallecieron ella, Jimmi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones o Kurt Cobain.
El exceso de alcohol fue la causa oficial de la muerte de Winehouse, problema que junto al de las drogas y los desórdenes alimenticios minaron la salud de una joven con tanto talento como necesidad de afecto.
La enorme sensibilidad también marcó la vida de otra de las insignes miembros de este «Club de los 27», Janis Joplin, cuya vida llena de excesos y vacía de amor se puede comparar muy estrechamente con la de Winehouse.
Hendrix falleció en Londres en 1970 después de beber un cóctel de vino y píldoras para dormir; el Rolling Stone Brian Jones se ahogó en una piscina en 1969 y Jim Morrison murió en 1971 de un fallo cardíaco agravado por el abuso del alcohol.
Uno de los más terribles es el caso del guitarrista de la banda «Nirvana» Kurt Cobain, que se pegó un tiro en 1994.
Pero aunque este club es el más mencionado a la hora de hablar de muertes prematuras en el mundo de la música, hay otros grandes nombres que se fueron mucho antes de lo que hubieran querido sus seguidores.
El «rey del Rock», Elvis Presley, se abandonó de tal manera y consumió tantos medicamentos que en su último años de vida era apenas una caricatura de la sensualidad que había cautivado al mundo entero y había revolucionado a la industria musical.
Tenía solo 42 años cuando murió en agosto de 1977 y la causa oficial fue un infarto agudo de miocardio, pero se especuló sobre la posibilidad de que fuera una sobredosis y su deteriorado aspecto físico invitaba a todo tipo de hipótesis.
Algo parecido le ocurrió años después a otra de las grandes voces de la música pop, Whitney Houston, a los 48 años.
Lo había tenido todo para triunfar y durante años parecía que lo había conseguido, encadenando éxitos sin parar. Pero no consiguió ganar su batalla contra las drogas y falleció el 11 de febrero de 2012, ahogada en la bañera tras sufrir una intoxicación por consumo de cocaína.
Sus últimas apariciones públicas habían dado muestra de la delicada situación en la que se encontraba, lo que no impidió que su muerte causara una enorme conmoción.
Como la de Freddie Mercury, cuyo deterioro también se siguió públicamente entre especulaciones sobre si tenía o no sida, algo que el cantante solo reconoció un día antes de su fallecimiento, que se produjo el 24 de noviembre de 1991, cuando tenía 45 años.
Además de las enfermedades o los abusos de drogas y alcohol, los accidentes han sido otra de las causas del fallecimiento de muchos nombres populares de la música.
Fue el caso de Ritchie Valens y Buddy Holly, que murieron en el mismo accidente de avión, con 17 y 22 años, respectivamente, y unas carreras que se preveían grandiosas.
Por esa misma causa desapareció la voz más conocida del tango, la del gran Carlos Gardel, en 1935, cuando tenía 44 años, o la mexicana Jenni Rivera, fallecida a los 43 y cuya figura se hizo más grande incluso después de su muerte.
Exactamente igual que ocurrió con John Lennon, el adalid de la paz, que fue tiroteado al salir de su casa en Nueva York. Era 1980 y el autor de «Imagine» tenía 40 años.
Diez menos que el «rey del pop», Michael Jackson, que llegó a los 50 y falleció aunque parecía que había superado sus adicciones a los medicamentos cuando preparaba su regreso a los escenarios.
Son solo algunos de las prematuras muertes en un mundo, el de la música, que siempre se identifica con excesos, especialmente en el mundo del rock, que vive bajo el lema: «sexo, drogas y rock and roll».