Se dice que la primera vez que el guitarrista de Enrique Morente escuchó a Sonic Youth le susurró al oído: «Maestro, estos parece que tienen las guitarras 'destemplás'». Eso mismo podría pensar un extraterreste al aterrizar en el planeta Tierra, y dar con sus huesos en la sala de ensayos de Lava Fizz. Aunque si usted tiene el oído acostumbrado al rock de melodías ensoñadoras, caerá rendido ante la artillería guitarrera que el quinteto despliega en Spark of Hope, el EP de debut que presentarán el próximo 19 de agosto en Mobofest (Puig de Consol.lació, San Joan).
Cada miembro de Lava Fizz se ha curtido en distintas formaciones locales, un dato que refuerza su repertorio. «Nos ha dado mucha agilidad a la hora de componer y de saber por dónde tirar, no me imagino con mejores colegas de viaje», afirma David Goodman, cantante y guitarrista de esta banda tan ruidosa como emocionante, con un gusto por la melodía similar al de Joy Division, Motorama o DIIV, con quienes comparten la habilidad a la hora de tejer intrincadas atmósferas de guitarra. «El sonido no ha sido premeditado, tampoco hemos querido parecernos de manera literal a tal o cual grupo, surge de mezclarnos en el local de ensayo», señala Goodman. En cualquier caso, la singularidad de su sonido nace al «grabar en directo», un formato que dio un plus de «autenticidad a las canciones».
Por otra parte, sus letras son de corte autobiográfico, como el tema 'Holey', «donde es evidente mi búsqueda de una verdad que dé sentido a un mundo muy roto», o 'We'll never fight again', «que surge de una discusión con mi mujer, en la que acabamos ondeando la bandera blanca». Otras, como 'El refugiado, el lobo y el cordero', «son una declaración en tres actos de la búsqueda de un lugar seguro, algo a lo que nos enfrentamos todos», concluye.