Actitud, pose y un carisma torrencial. Ese es Loquillo. Un auténtico animal escénico que utiliza una primera persona que se desborda con frenesí. El 'loco' -personaje en el que José María Sanz se metió a finales de los setenta, cuando jugaba al baloncesto y Epi le puso el apodo- es un tipo que nunca se ha aclimatado a la rutina. Tras su pasado con Trogloditas saltó a la poesía de Benedetti, Biedma y Papasseit, y ahora impregna su repertorio con una pátina de la rebeldía generacional de los autores beat. Es Molí Nou de Vilafranca acogerá, el próximo 8 de julio a partir de las 20.00 horas, un coherente repaso a sus temas más significativos, en una cita que servirá para alzar el telón del Mallorca Music Experience.
Loquillo pertenece a una estirpe de artistas en vías de extinción. Con el tupé tan erguido como la barbilla y unos textos afilados como floretes, no hay más que verle sobre un escenario para darse cuenta de que el rock ya no genera estrellas que transmitan su rabia. Decir que forma parte de la historia musical de este país es quedarse corto, el suyo es uno de los pocos nombres que ha sobrevivido a la explosión del género en los ochenta, manteniendo una vigencia retroalimentada por su público. A sus 57 años, pocos interpretan el binomio poesía & rock con su claridad de ideas, demostrando, disco tras disco, canción a canción, que aún le quedan argumentos para defender sobre un escenario.
En Vilafranca recuperará clásicos como El rompeolas, Ritmo de garage y Cadillac solitario, que se mezclarán con las canciones de su último LP, Viento del Este (2016). Un trabajo donde el del Clot trapichea con los sonidos bastardos del blues, desde el rockabilly hasta el rock de autor, dando pie a una gira que ha bautizado salud y rock & roll. Preparénse, pues, para reencontrarse con el Loquillo más enérgico, un artista que se atreve a mirar al pasado sin reparar en la nostalgia, sólo para saldar cuentas desde la madurez. Este 'loco' está muy vivo.