Tras años de silencio institucional en torno al Museu de Muro, la Conselleria de Cultura del Govern acaba de hacer una declaración de intenciones sobre su futuro, cuando se acaban de cumplir 50 años de su inauguración.
Joana Maria Palou, su directora, cuenta que el museo expone «colecciones relativas a los trabajos del campo, al cultivo y tratamiento del cáñamo y trigo, el transporte y la tracción animal, a los oficios artesanos; la de pesas y medidas es importantísima, la de cerámica va de la Edad Media hasta el siglo XIX, la de siurells es muy especial y luego está la de farmacia, porque en esa casa estuvo la farmacia Noceras en el siglo XIX».
«Es una herida abierta», reflexiona Palou respecto al estado en el que se encuentra el museo. «No cumple ninguna normativa, ni de accesibilidad ni de infraestructuras, y no está en condiciones de estar abierto al público, pero no quiero cerrarlo porque lo que se cierra luego cuesta mucho reabrirlo».
Humedad, falta de accesibilidad, una instalación eléctrica que conserva cables de algodón y que no llega a todas las salas, deficiencias en los tejados son algunos de los problemas estructurales que afectan a la arquitectura de las dos casas, «que hay que restaurar y adaptar a su función respetando su tipología. Después, «actualizar» el discurso museográfico, dice Palou.