Tras la restauración integral del edificio Ca la Gran Cristiana, sede del Museu de Mallorca, un trabajo que firmó el arquitecto Pere Rabassa, el inmueble ha recuperado su aspecto de palacio barroco, antes ajado por el tiempo y la falta de mantenimiento. Las salas vacías, más luminosas en algunos casos y ahora con un pavimento homogéneo y sin barreras arquitectónicas, comienzan a recibir las obras de arte que regresan del Centre de Cultura Sa Nostra de Palma, donde han permanecido desde marzo de 2012. El traslado ha comenzado antes de lo previsto porque la obra también se ha recepcionado antes.
Siete empresas se encargan del traslado, que requiere un control minucioso de las miles de piezas de todos los tamaños inimaginables, desde una tabla gótica hasta la cuenta de un collar prehistórico, por poner un ejemplo extremo. Controlar lo que en el argot del museo se denomina «movimiento» de las piezas significa seguir el rastro de las misma desde que abandonan el Centre de Cultura Sa Nostra hasta que llegan, no sólo a Ca la Gran Cristiana, sino a la sala de destino final.
Cabe recordar que hoy, hasta las 14.00, es el último día que se puede visitar en el Centre de Cultura de la calle Concepció de Palma la exposición Essència i presència del Museu de Mallorca . Es la despedida y la vuelta a casa.