Si para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro, parafraseando a la poeta Emily Dickinson, ayer los ciudadanos de Ciutat respondieron a la llamada del Dia de les Llibreries, que les recibió bajo el lema Entra-hi! Som casa teva! . Algunas librerías, convertidas en concesionarios espaciales -siguiendo la metáfora de Dickinson- anunciaban su día con carteles estampados en sus vitrinas. Otras aguardaban para anunciárselo dentro al cliente. La impresión de los responsables de los establecimientos, tras hacer balance, es que habían vendido el doble de libros que un día corriente.
«Para ser un evento relativamente reciente, la gente ha venido más de lo habitual», comentaba José Luis Martínez, de La Biblioteca de Babel, donde Sol adquirió la Agenda de mujeres & compañía . «Siempre compro, sea el día del libro, el de las librerías, o cualquiera, y si hay descuento aprovecho», decía.
En Jaume de Montsó, Esther Carbonell y Charo Martínez se 'subieron' a la última nave diseñada por Albert Espinosa, Brújulas que buscan sonrisas perdidas . Siguiendo el trayecto, desde Embat, Xesc Sanchís, presidente del Gremi de Llibreters, destacaba la venta del Llibre de l'oli , de Joan Mayol, presentado en un acto a cargo de Antoni Pinya. «Es un día para hablar de librerías, Sant Jordi es para el libro y el autor», aseguraba Sanchís, satisfecho con las ventas de, sobre todo, El arte de leer (W. H. Auden), El francotirador paciente (Arturo-Pérez Reverte) y Salvad Venecia (Jean Lorrain).
El dibujante Pere Joan se hospedó en Norma Còmics para firmar ejemplares que regalaba de El aprendizaje de la lentitud . «Estamos muy contentos, el día se ha consolidado. Desde esta mañana no ha dejado de venir público», afirmaba Joan Miquel Morey.
El día en Literanta transcurrió con «el doble de ventas que un viernes cualquiera, aunque no es algo como la tradición de Sant Jordi», reconocía el encargado, Sergio González. La casa de hojas , 'construida' por Mark Z. Danielewski, fue el 'vehículo' más elegido por los clientes para viajar lejos, muy lejos.