Popular rostro televisivo, habitual de los escenarios teatrales y músico en continúa expansión. 'Si me nombras' es la última entrega discográfica de Nando González, un espacio donde no busca palabras bonitas, simplemente las encuentra. Y éstas traen consigo hermosas metáforas que hablan con una franqueza casi impúdica sobre los espinosos caminos del amor. El polifacético artista se arrancó estas canciones de las tripas para exorcizar sus demonios internos, es su terapia y la quiere compartir con nosotros el próximo 17 de enero, a las 21.00, en el Teatre Principal.
-Música, teatro, televisión... ¿Existe algún antídoto para no perder la identidad en una vida tan agitada como la suya?
-Es difícil mantener, pero adoro mi profesión y he aprendido a lidiar con la situación. Hay que mantener un equilibrio entre orden y caos.
-En Si me nombras demuestra que estilos como el rock, el jazz o el bolero pueden congeniar, ¿cree que está más cerca del concepto musical que buscaba?
-Es una persecución permanente, el proceso de composición de las canciones fue muy prolongado, piense que, por ejemplo, el tema Aire parte de un registro inicial de 2002. En mi caso, un período de hiperactividad, como el que experimenté los dos años que estuve representando el musical Mamma Mia, me incapacita para la composición. Necesito un cierto grado de reposo, silencio, desconexión y perspectiva para hacerlo.
-¿Con el paso del tiempo le resulta más fácil identificar, reconocer y esquivar esos ‘arrecifes de punta' a los que aludía en su canción Hombre al agua, o 'en el amor todos somos unos principiantes', como dijo Leonard Cohen
-Cohen Dixit. Las canciones recogen mi punto de vista sobre el amor en diferentes momentos de mi vida, su presencia y ausencia. Creo que uno de los grandes poderes del amor es su capacidad para renovarlo todo hasta el estupor. Siempre te deja pasmado, hasta el punto de llegar a preguntarte ¿en serio que voy a caer en la misma situación otra vez, no fue suficiente el tortazo de las anteriores veces? De nada sirve luchar porque salir airoso es imposible.
-¿Los elogios colman el ego o lo avivan aún más?
-Lo colman, lo sacian, pero hay que tener cuidado porque el ego es una bestia que, cuanto más se alimenta, con menos se conforma.
-¿Cuáles son sus más inmediatos proyectos?
-De momento, tocar, tocar y tocar. Ahora es lo que más me apetece hacer. Siempre hay algún proyecto entre manos, pero aún no están perfilados del todo. Por lo pronto, me siento muy satisfecho de haber formado parte de la obra Los cuerpos perdidos, de Jose Manuel Mora, y dirigida por Carlota Ferrer; recientemente ha sido seleccionada por la web RTVE.es como una de las mejores obras de 2011.
-Morrissey dijo que hacer música cada vez se parece más al trabajo que al arte, en tal caso, ¿habría que redefinir la figura del artista?
-Posiblemente. Pero también la función de los medios y la difusión de una obra. El destino que se le supone a la música está muy desvirtuado, el mercado está tan multiplicado, tan disperso, que ningún mensaje termina de calar. De echo, hay tanta información que creo que nunca hemos estado tan desinformados.