En 2003 las excavaciones en el perímetro de la iglesia de Santa Maria de Bellpuig de Artà se paralizaron. Aquel año se abrieron y se excavaron algunas tumbas identificadas en una de las cinco zonas de enterramientos de Bellpuig. Otras quedaron pendientes. Ahora, al retomar parte de la excavación, los arqueólogos del Consell han descubierto en una de ellas, de un metro y medio de fondo, restos de hasta una treintena de cuerpos. De momento, no han podido determinar de qué época son, ya que no existe material cerámico que permita datarlos, aunque creen que probablemente «sean de época medieval», explicó la arqueóloga Helena Inglada.
Esta intervención subsidiaria a la arquitectónica, iniciada en 2010, acabó la pasada semana y los arqueólogos trabajan ahora en la clasificación de los restos. Esta tumba es diferente a las halladas hasta el momento. «Hemos excavado seis y en las otras hemos encontrado sólo dos o tres cuerpos», detalla Inglada, quien considera que lo «importante sería hacer analíticas de carbono 14 para ver si los restos coinciden o no en el mismo tiempo». Al no disponer de ese dato y al no encontrar cerámica, no se puede aclarar si esa fosa tiene «diferentes momentos de ocupación, si fue de un único uso o si fue un osario». Estos último, según la arqueóloga, podría casi descartarse porque «en algunos niveles hemos encontrado restos en conexión anatómica». De todas formas, apunta, la interpretación «debe ser de todo el conjunto» y para ello habrá que esperar.
No se sabe si el Consell, propietario del monasterio desde 1998, continuará invirtiendo en la excavación, que «arqueológicamente no está agotada». Desde 2009 hay un proyecto con toda la planificación.
Por su parte, el secretario técnico de Cultura del Consell, Miquel Barceló, conjeturó que los restos podrían ser «enterramientos de los propios moradores», pero apuntó que «hay que esperar a la memoria y los análisis».