MARTA RUIZ TORRES NUEVA YORK
Cuando el Museo Es Baluard abrió sus puertas el pasado febrero a la exposición Santiago Calatrava: Esculturas, dibujos y cerámicas, incluso la propia directora de esta institución, Marie-Claire Uberquoi, desconocía que empezaba a fraguarse un proyecto que llevaría 22 obras de los fondos del museo hasta Nueva York en una exposición en el Queen Sofía Spanish Institute que se inaugura hoy.
A la esposa del arquitecto, Robertina, le fue imposible pasar por alto la colección de paisajes de Mallorca de este museo. Fue, entonces, cuando ella y la consejera delegada del Queen Sofía Spanish Institute, Inmaculada de Habsburgo, comenzaron a hablar con Marie-Claire Uberquoi de la posibilidad de mostrar en la urbe neoyorquina, capital de la cultura, el trabajo de los pintores del museo. Han sido meses de trabajo y conversaciones hasta llegar a la exposición que se inaugura hoy, Mallorcan Landscapes. The Es Baluard Museu d´Art Modern i Contemporani de Palma Collection. La exhibición se podrá visitar hasta el 2 de febrero en este instituto del exclusivo barrio del Upper East Side de Manhattan.
Paisaje de la Isla
La exhibición, que cuenta con la colaboración especial de IBATUR, de la Conselleria de Turisme del Govern, comprende dos partes. La primera está integrada por 21 obras de 16 pintores como Antoni Ribas, Ricard Anckermann, Francesc Roselló, Santiago Rusiñol o Joaquín Sorolla, entre otros. Todos ellos tenían tres nexos en común: una inspiración, una época y una razón. El primero fue el paisaje de Mallorca, el segundo, finales del Siglo XIX y principios del XX y el tercero, encontrarse en la Isla para descansar. En la segunda parte de la exposición, se ha querido incluir a Joan Miró, que sería el pintor 17, debido a su estrecha vinculación con Mallorca.
Robertina Calatrava suele seguir muy de cerca el trabajo que se desempeña en el Queen Sofía Spanish Institute, que promueve la cultura del español en Estados Unidos. Su marido es miembro del Consejo de Directores, que preside el diseñador Óscar de la Renta.
Ultima Hora visitó este instituto, con sede en Park Avenue, justo cuando Marie-Claire Uberquoi supervisaba, con las comisarias de la exposición, Soad Houman y Catalina Joy, cómo los operarios colgaban los últimos cuadros. «Esos dos están muy altos, ¿no?», les interrogó la directora acerca de Bunyola (1908-09), de Santiago Rusiñol y Murada i Catedral a entrada de fosca (1903), de Antoni Gelabert. «Bueno, un momento, de cerca, no es así. Se ven bien», dice, finalmente, sobre estas dos obras que forman parte de la primera exposición exclusiva internacional de obras del museo. Es entonces cuando las dos comisarias explican que tienen que irse a la otra de las salas para supervisar los trabajos de Miró. En este momento, se encuentran en la sala donde se recogen los 21 cuadros de finales del XIX y principios del XX. Soad Houman y Catalina Joy quieren ir a repasar la carpeta de grabados de Joan Miró (con nueve trabajos más la portada). A juicio de Uberquoi, la selección de la exposición se ha hecho basada en «las obras más emblemáticas del museo». Además, la directora del Museo Es Baluard comenta sobre la parte de la exposición con obras de Miró que «es el epílogo. No es un paisaje (por Miró) al uso», señala sobre la Serie Mallorca (1973).
La muestra arranca con un cuadro de 1872 de Antoni Ribas, del que Marie-Claire Uberquoi concede que «es del romanticismo. Está colocado antes que la introducción (por el texto escrito sobre la pared), ya que hay que saber de dónde venimos», reflexiona.
La directora del Museo Es Baluard explica que «el orden de la exposición es cronológico y temático». Después, vienen Ricard Anckermann y Francesc Rosselló, con influencias del romanticismo francés y el realismo.
Los catalanes Santiago Rusiñol y Joaquim Mir y el belga William Degouve de Nuncques destacan por la introducción del modernismo catalán y el simbolismo en la Isla. De Rusiñol, se encuentra Son Moragues. Sa Muntanyeta (1903), mientras que de Mir y Degouve de Nuncques, Torrent de Pareis, Mallorca (1902) y Badia de Palma (1900), respectivamente.
Lugar paradisíaco
Del mallorquín Antoni Gelabert, Marie-Claire destaca que «por ser de la Isla quizá no retrata un lugar paradisíaco como podían hacer otros artistas». Precisamente, Gelabert fue muy amigo de Rusiñol, Mir y Degouve de Nuncques. Otro cuadro por el que no puede pasar por alto es Cala de Sant Vicenç, (1919) de Joaquín Sorolla. «Es diferente, lo pintó cuando vino a descansar en 1919 después de su trabajo en la Hispanis Society. El museo lo adquirió en una subasta en Sotheby´s, en Londres. Este caso es un claro ejemplo de recuperación de piezas de arte», explica Uberquoi de este último cuadro que cierra esta primera parte de la exposición. Finalmente, de la muestra al completo, reconoce que le gustaría que viajase por otras ciudades.