Trazos rotos y nerviosos, líneas dinámicas y posiciones instantáneas son la base de la pintura de Christian Karis, cuya obra se encuentra impregnada del postimpresionismo y, especialmente, de Degás, sobre todo en la temática de sus lienzos. Su última exposición tuvo lugar en septiembre en la galería Horrach Moyà.
Carreras de caballos, prostitutas, arlequines y paisajes novecentistas se diluyen en una sensualidad de color para plasmar un arte amable y, a veces, intensamente matizado con claroscuros que otorgan a la obra una concepción atormentada. Los personajes son formas serpenteantes, flamígeras, cuyas facetas visibles son tanto físicas como morales y permiten traslucir su fuego interior.
Sus herramientas más preciadas son sus dedos, que se convierten en pinceles utilizados con prudencia. El óleo es su material, aunque también destaca en su últimas obras el uso de arenas, pigmentos naturales, cementos coloreados y, como vestigio más actual, el collage. Karis se define como «autodidacta» interesado por el trabajo de otros pintores. «Quiero aprender de cada uno de los artistas, parecerme a todos; esa es la forma de conseguir mi propia línea», que dice «ahora tiende a la abstracción».