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Una investigadora resalta el carácter internacional de la pintura gótica isleña

Tina Sabater, profesora de la UIB, retoma un análisis interrumpido en los años sesenta

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La pintura gótica mallorquina tuvo un carácter internacional, estuvo inmersa en las corrientes europeas, especialmente en relación con Italia, y la conexión valenciana y catalana no fue exclusiva ni determinante hasta el punto de que la Isla también les exportó modelos. Flandes y Castilla también estuvieron presentes en su factura. Estos son algunos de los datos que aporta el libro «La pintura mallorquina del segle XV», que se presenta hoy a las 20.00 horas en la Societat Arqueològica Lul·liana, obra de Tina Sabater, historiadora del arte.

Trabajo de investigación y manual divulgativo, el texto analiza la pintura entre los años 1385 y 1520, «situándola en el contexto de la historia del arte desde un punto de vista estilístico». Sabater hace una «relectura» de los datos escritos y sitúa a las obras «como protagonistas». La autora retoma los estudios sobre la pintura gótica, interrumpidos en los años sesenta, y la aborda también dentro del contexto de la Corona d'Aragó, análisis global igualmente detenido en los años cincuenta y reclamado por los historiadores catalanes y valencianos, que ya se han interesados por el libro.

Las «carencias» formales, de estilo, a la hora de explicar la pintura gótica isleña a sus alumnos, fue lo que llevó a Tina Sabater a investigar en este período para su tesis doctoral, presentada en 2000 y dirigida por el medievalista de la Autònoma de Barcelona Joaquín Yarza Luaces, quien en los años setenta formó parte del tribunal que juzgó la tesis de otro experto, el padre Gabriel Llompart, aunque él trabajó la iconografía y la documentación.

Sabater señaló ayer que «la Edad Media mallorquina tuvo una importancia internacional en el terreno artístico que no se ha recuperado hasta la época contemporánea». Las relaciones comerciales de la Isla, tierra de mercaderes, y los viajes del clero a Avignon cuando el papado tuvo allí su sede, sirvieron para que los promotores (quienes encargaban las obras a los pintores) y los artistas conocieran modelos italianos, franceses y flamencos, sin olvidar, por supuesto, los de factura valenciana o catalana.

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