Algunas piezas de la iglesia de Monti-sion han vuelto a su aspecto original que el paso de los siglos había oscurecido. El humo de las velas y el polvo acumulados durante centurias habían ennegrecido los colores de retablos y óleos que, a lo largo de los últimos meses, ha recuperado el restaurador Juan Alvarado. Entre las piezas rehabilitadas destaca un retablo que data de finales del XIV y primeros del XV, atribuido al artista conocido como Maestro de Montesión por sus trabajos en la iglesia.
Según cuenta el padre Cortés, «el retablo estaba en la capilla que el obispo de Mallorca dio a los jesuitas cuando llegaron a Palma, en 1651, situada sobre una antigua sinagoga». Cuando la iglesia fue quedando pequeña para el culto, añade Cortés, «se comenzaron a adquirir casas de alrededor para agrandarla y, a finales del XVII, quedó finalizada, incluyendo su fachada», uno de los ejemplares más representativos del barroco de Ciutat. El retablo no se encuentra en la iglesia propiamente dicha, sino en una capilla, la más antigua de todo el conjunto de Monti-sion, denominada de las reliquias de San Alonso, que se utiliza para primeras comuniones, algún acto del colegio o bodas entre viudos.
En su parte posterior se halla la habitación en la que dormía y trabajaba el santo, donde los jesuitas han recreado el frugal ambiente de la época. De forma rectangular, el retablo está compuesto por cuatro calles laterales y una principal de la que sobresale su parte superior o cumbrera. La Virgen con el Niño y la Virgen en el Templo son los dos episodios que se recrean en la principal. Los laterales están dedicados a San Juan, Santa Margarita, Santa Catalina y San Cristóbal. La predela o parte inferior representa distintos episodios de los gozos de la Virgen. En sus dos extremos aparece el escudo de Antoni Salom, un personaje de aquel tiempo que fue quien pagó el retablo. El fondo de esta pieza es de un intenso color rojo, en el que, durante el proceso de restauración, salieron a la luz unos dibujos que asemejan el adamascado de las telas. De factura gótica, el padre Cortés dice que la obra tiene reminiscencias del arte de Siena.
Los jesuitas también quieren restaurar el retablo mayor de la iglesia, obra barroca, pero, de momento, no pueden afrontar los nueve millones del coste. Unas pruebas de limpieza realizadas en una de las esquinas de su parte inferior han revelado el auténtico dorado de la madera y, sobre todo, la policromía de las figuras, todo ello de un uniformado tono oscurecido debido a la pátina del tiempo. El padre Cortés cuenta que, de momento, en este retablo se ha hecho una limpieza de polvo, trabajo que llevó a cabo una empresa especializada. Fue una labor complicada para la que se necesitó una grúa. Mediante aspiradores que los obreros llevaban a la espalda se llenaron 17 sacos de polvo. «Había tanto que tenían que estar vaciándolos continuamente», recuerda el padre Cortés. En Monti-sion se han restaurado también otras piezas, varios cuadros barrocos de gran formato que han recuperado un tono colorista y brillante.