«Soy el puente entre lo antiguo y lo moderno», afirma Cristina Hoyos ante la presentación hoy en el Auditòrium de su ballet «Al compás del tiempo». Un espectáculo de flamenco sin argumento y con diez bailarines, tres guitarristas y tres cantaores en el que Cristina Hoyos participa en su dirección, coreografía y baile con numerosos retoques personales. La obra, llena de fuerza y pureza, se compone de compás, tangos, taranto, bambera, seguirilla, alegrias, soleá por bulerías y bulerías.
«Hay que seguir con la evolución del flamenco sin añadir cosas artificiales. El flamenco es profundo, sale del corazón e interviene la pasión», recalca Cristina quien piensa en su próxima despedida como cabeza de cartel tras la próxima temporada. Un ballet más amplio y con una línea argumental podría marcar el principio de una nueva etapa en su carrera profesional, dedicada por entero a la coreografía, la dirección y la aportación de ideas para los nuevos bailarines. En este sentido aclaró :«No quiere decir que me retire de cara al público, pienso seguir bailando, pero dejaré de ser la protagonista.»
Cristina Hoyos define su estilo como una transición entre dos épocas. «Soy muy flexible, con movimientos espontáneos y otros con base de estudio. Algunas cosas las puedo enseñar, otras van conmigo misma, como la forma de agacharme o de quebrarme», señala. Respecto a la línea moderna en el flamenco, defiende su evolución pero sin que la técnica oculte el alma del baile andaluz, que siempre debe pravalecer ante todo. Así, piensa que el zapateado no determina en sí el valor del flamenco como algunos interpretan. «Cada una es distinta, como Sara Baras, hay otras personas que bailan muy bien pero no son tan famosas», sentencia.
«Al compás del tiempo» se presenta tres años después de ser operada de un cáncer, diez más tarde del primer espectáculo con su compañía y treinta desde su debut en el Auditòrium. «Un escenario donde hay algo mágico y que conocí recien inaugurado», recuerda con emoción. Para Cristina Hoyos «lo importante de un artista es ser único, que no puedan imitarte». Así, divide su carrera profesional en tres etapas: cuando empezó a bailar, al encontrar a Antonio Gades, quien dijo «ha dado la dignidad y la estética al flamenco» y la actual, que inició en 1989 con su nueva compañía en el Festival de París.