El lehendakari, Imanol Pradales, ha lamentado que en la actualidad se viven «tiempos convulsos para las democracias en todo el mundo» y ha advertido de que «la demagogia populista arruina la democracia», ya que «plantea soluciones simples y simplistas para problemas complejos, alimenta el malestar hacia un sistema que no puede avanzar o a veces correr tanto como le gustaría», por lo que ha insistido en la necesidad de «prestigiar la política desde la ejemplaridad».
El Palacio Villa Suso de Vitoria-Gasteiz ha acogido este martes las XXXVII Jornadas de Coordinación de Defensorías del Pueblo, organizadas por el Ararteko, bajo el título 'La labor de las defensorías en la promoción del derecho a la buena administración', en la que participan los nueve defensores autonómicos del Estado.
En la apertura, ha participado el lehendakari, Imanol Pradales; el Ararteko, Manuel Lezertua; la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, y el defensor del Pueblo de España, Ángel Gabilondo.
En su intervención, el lehendakari ha afirmado que «la mejor defensa del pueblo es la democracia», y ha alertzado de que en la actualidad se viven «tiempos convulsos para las democracias en todo el mundo». «Las olas de demagogia o populismo ganan altura y vemos cómo, poco a poco, algunas van rompiendo los muros de contención que entre todas y todos hemos construido», ha destacado.
En este sentido, ha resaltado que «los discursos ultra, xenófobos y antieuropeos, de extrema izquierda o extrema derecha, forman parte del día a día y llegan a impregnar también, en ocasiones, el ideario de partidos tradicionales».
«La demagogia populista arruina la democracia; plantea soluciones simples y simplistas para problemas complejos, alimenta el malestar hacia un sistema que no puede avanzar o a veces correr tanto como le gustaría. A veces los sistemas democráticos no pueden correr porque los retos que enfrentamos no se resuelven de la noche a la mañana. Es imposible», ha señalado.
Para el lehendakari, «una solución simplista es la primera parte de la paradoja, y la segunda es que estos movimientos populistas se erigen en automáticamente en salvadores de un sistema que, en realidad, pretenden derrumbar».
Ante esta situación, ha defendido que la respuesta debe ser «más democracia, garantizar la transparencia, abrir la participación, fortalecer nuestras instituciones, nuestra comunidad política y cultura democrática».
Imanol Pradales ha recordado que ha planteado a los partidos e instituciones un 'Pacto por una actividad política ejemplar en Euskadi', y cree que Euskadi «parte de una base sólida» porque «practica una manera constructiva de hacer política: los acuerdos entre diferentes, el respeto al adversario y debates sosegados».
«Debemos alimentar día a día esta forma de entender la política, dar ejemplo y asentar los principios que consolidan la confianza: honestidad, respeto, responsabilidad, vocación de servicio público, lealtad, búsqueda del bien común, transparencia y buena Administración», ha defendido.
Ejemplaridad
Por ello, ha subrayado la necesidad de «prestigiar la política desde la ejemplaridad», y ha puesto en valor la figura del Ararteko, el Defensor del pueblo vasco, ya que «su garantía es la última puerta abierta cuando una persona siente que el sistema institucional no le responde como debe; la última puerta abierta para garantizar la buena Administración».
«Esta es, sin duda, una enorme responsabilidad que en el inicio de estas Jornadas agradecemos y reconocemos. La credibilidad de las instituciones reside en la respuesta que todas y todos ustedes, defensores del pueblo, puedan ofrecer», ha concluido.
En la apertura también ha intervenido el defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ha recordado que defensores «supervisan la administración» pero no «con un afán confiscador, escrutador, detector, sino con la convicción y la obligación de la defensa de los derechos de la ciudadanía» de quienes «se ven en situaciones que muchas veces les conducen al desaliento, al desánimo, a una percepción de soledad ante los problemas que se les plantean y la administración les resulta lejana, como ausente, entregada a sus cosas».
Por ello, ha defendido que «la buena Administración es clave para la convivencia democrática, la confianza en las instituciones, y para la atención, y en su caso resolución, de aquellas cuestiones que acucian y afectan a la vida de los ciudadanos, a la vida de las ciudadanas».
«No sé si la buena administración es de cierto modo un hogar, pero desde luego puede abrigar a la ciudadanía en un mundo un tanto hostil, una ciudadanía no a pocas veces a la intemperie. Frente a una lectura economicista, burocrática, la dimensión humanista de la administración nos vincula a una consideración adecuada de bienestar que propicie su compatibilidad con la prosperidad», ha añadido.
El Ararteko Manuel Lezertua, por su parte, ha definido la buena administración como «la obligación que se impone a las administraciones públicas de extremar la diligencia en el ejercicio de sus funciones y competencias».
En ese sentido, ha señalado que «cuando actúa la administración no puede obviar el principio de cercanía y proximidad al ciudadano porque lo que está en juego tiene un efecto directo en la percepción de legitimidad del ejercicio del poder público». «Un sistema administrativo que actúa con diligencia, transparencia y eficiencia es percibido como necesario, más confiable, justo y legítimo ante los ojos de la ciudadanía», ha subrayado.
Derecho a la buena administración
Por ello, cree que «las instituciones de defensa de los derechos deben continuar trabajando para la defensa del derecho a la buena administración como parte de su labor para la mejora de las garantías en las relaciones ciudadanas con las administraciones públicas».
«En ese camino, las administraciones deben ver a los defensores como coadyuvantes, como intermediarios, en ese objetivo común de ofrecer a nuestras ciudadanas y a nuestros ciudadanos el mejor y más equitativo servicio público», ha añadido.
Por último, la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, ha puesto en valor «el papel que las defensorías del pueblo desempeñan en las democracias como instituciones garantes y defensoras de los derechos de todas las personas».
«La labor intermediadora que desarrollan entre las administraciones públicas y la ciudadanía cobra mayor relevancia, si cabe, en un momento como el actual en el que la sociedad reclama profundizar en la calidad de la democracia, en transparencia y en participación de la ciudadanía», ha añadido.
Tejeria ha afirmado que desde las instituciones se busca «mejorar y facilitar la vida de la ciudadanía» y ha resaltado que «para la consecución de ese objetivo, la cercanía, la eficacia, la eficiencia y la transparencia en la gestión resultan necesarias». «Por eso, valoramos muy positivamente toda aquella aportación que contribuya a la apertura, la colaboración y la desburocratización», ha indicado.