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Conocer Madrid de estatua en estatua más allá del oso y los leones: de la 'grunge' Susana, al barrendero o la violetera

Algunas entroncan con las páginas más negras de la historia, como las dedicadas a los abogados de Atocha o a los refugiados

Escultura 'El lector', de Félix Hernando García | Europa Press

| Madrid |

Una guía comprada en cualquier librería, tirar de Google Maps o del boca a boca son algunas de las opciones que cualquiera tiene a mano para conocer los rincones del centro de Madrid, aunque también hay otra forma de acercarse a la vida del corazón de la capital, saltando de estatua en estatua.

Decir Madrid es tanto como hablar del Oso y el Madroño, el símbolo de la capital. También lo podrían ser los leones del Congreso --Daoiz y Velarde--, la Cibeles o Neptuno. Los reyes dan forma a muchas de las estatuas de la ciudad, así como intelectuales de la talla de Federico García Lorca saludando con su alondra al Teatro Español o un paseante Ramón del Valle-Inclán por la Castellana.

Pero Madrid es, ante todo, sus vecinos anónimos, algunos de ellos con estatua propia. Es el caso de la estudiante Susana, oficialmente bautizada como 'Joven caminando en Malasaña', en la Plaza de San Ildefonso. Su estética 'grunge' es inconfundible, con sus botas de montaña, su sudadera, sus vaqueros, su mochila y hasta su carpeta de dibujo, posiblemente porque su destino fuera la cercana Escuela de Arte de la calle La Palma.

Llegó a Malasaña en los 90 en virtud de un convenio entre la Comunidad, el Ayuntamiento y el Ministerio de Fomento para la rehabilitación del eje de la calle Fuencarral, informa la web municipal. El autor, Rafael González García, la llamó Susana, como su hija.

Muy cerca de ella, sin salir del céntrico Barrio de Universidad, se encuentra 'Joven bailando', en la calle Palma 49, a escasos metros de templos de la noche madrileña como El Penta, en el número 4 de esa misma calle, o La Vía Láctea, en la vecina Velarde. Es obra de Roberto Manzano Hernández y forma parte del mismo acuerdo que hizo posible 'Joven caminando en Malasaña'.

De tamaño natural también es 'Tras Julia', ya de los primeros años de la década de los 2000 y en el número 42 de la calle Pez, apoyada en el Palacio Bauer, hoy Escuela Superior de Canto. La firma Antonio Santín Benito. Fue financiada por la Empresa Municipal de la Vivienda y la Fundación Universidad Complutense.

Explica el Ayuntamiento de Madrid que la escultura es un homenaje a una joven llamada Julia que en el siglo XIX asistió a la Universidad Central de la calle San Bernardo disfrazada de chico porque sólo se permitía el acceso a la educación superior a los hombres.

De barrendero a farolero

Ya en el barrio de Cortes aparece 'Barrendero madrileño', en la plaza de Jacinto Benavente. La erigió Félix Hernando García en 2001 como homenaje a este colectivo de profesionales, una vez reformada la plaza. No puede faltar su cepillo ni la gorra de plato.

Andando hacia Sol y a las puertas de la Imprenta Municipal, en el 15 de Concepción Jerónima, se encuentra el homenaje a otro oficio, el del 'Farolero madrileño', también obra del mismo escultor. Formaron parte de una serie de esculturas promovidas por el Ayuntamiento para «compaginar la historia de Madrid con el avance de la ciudad hacia el futuro», indica la web Monumenta Madrid.

Un lector con los cordones desatados

Félix Hernando García firma dos esculturas más en el centro de Madrid con un denominador común, la afición por la lectura. La primera se encuentra a las puertas de la biblioteca municipal Iván de Vargas, en la calle San Justo. De la escultura llama la atención los detalles, desde la revista que lee hasta que lleve desatado uno de los cordones de sus zapatillas.

El segundo lector de Félix Hernando García está sentado en la Plaza de la Paja. Está atento a un periódico, que deja apoyado en el banco, en el que se puede leer casi a modo de titular 'Entre todos rehabilitamos Madrid'.

Bajando ya hacia la calle Mayor el viandante se topa con 'El vecino curioso', de 1999 y obra de Salvador Fernández Oliva dentro de los trabajos puestos en marcha para la musealización de las ruinas de la iglesia de la Almudena, detalla Monumenta Madrid. El vecino curioso, un anciano con su gorra, se apoya en una barandilla, desde donde observa los restos encontrados.

La violetera sólo podía estar en las vistillas

Siguiendo la cercana calle Bailén se sube hasta Las Vistillas para alcanzar la Plaza de Gabriel Miró. Un punto tan castizo de Madrid sólo podía ser el elegido para levantar 'La violetera', de 1973, obra de Santiago Hernández, un homenaje a la argentina Celia Gámez, protagonista de la revista musical 'Las leandras', inaugurada en el Teatro Pavón en los años 30.

Ese espectáculo fue el que inmortalizó el famosísimo chotis 'Pichi', además del pasacalles 'Los nardos'. La escultura representa a una florista vendiendo nardos apoyados en la cadera por la calle Alcalá, como reza la canción.

La estrella roja del socialismo

La contraposición a estas esculturas realistas se encuentra de la mano de la abstracción de 'El pueblo español tiene un camino que conduce a la estrella', de Alberto Sánchez Pérez, en la plaza del Museo Reina Sofía. Sus 12,5 metros de altura se situaron originalmente, como explica el museo, en el exterior del Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937.

Se trata de un gran cactus antropomórfico que se eleva hasta alcanzar una estrella roja, representación del socialismo. Ingresó en la colección del Museo Reina Sofía tras su localización en los sótanos del Palacio de Montjuic de Barcelona en 1986. Con ella se ponía de relieve, «desde un punto de vista socialista, el drama y el dolor de un pueblo inmerso en una Guerra Civil».

Manuela carmena como nexo

Algunas de las esculturas que pueden encontrarse en el centro de Madrid dan fe de las páginas más negras de la historia de la sociedad, como el asesinato de los Abogados de Atocha. 'El abrazo', en la plaza de Antón Martín, deja constancia de los horrores del fascismo. El cuadro de Juan Genovés fue adaptado por él mismo a las tres dimensiones por iniciativa del sindicato CC.OO. como recuerdo a las víctimas de la matanza de Atocha del 24 de enero de 1977, perpetrada por pistoleros de ultraderecha.

Desde 2003 está a pocos metros del despacho de los abogados laboralistas asesinados, en el número 55 de la calle Atocha. Una de las letradas que salvó la vida porque en ese momento no se encontraba en el despacho fue la que décadas después sería alcaldesa de Madrid entre 2015 y 2019, Manuela Carmena.

Y precisamente el gobierno de Manuela Carmena promovió en 2018 'Refugiados', una escultura que transforma uno de los estanques de agua del Paseo de Recoletos en una barcaza de migrantes con sus chalecos salvavidas puestos en la búsqueda de un futuro mejor, Mediterráneo mediante. Son 16 figuras, entre ellas un bebé.

La hoy jefa de la oposición, Rita Maestre, portavoz del gobierno de Carmena, explicaba que con esta escultura, obra del brasileño Bel Borba, se buscaba transmitir el reconocimiento a los refugiados e inmigrantes que con su llegada «han construido la ciudad de Madrid». Se situó a pocos metros del Palacio de Cibeles, donde durante años una gran lona les daba la bienvenida con un 'Welcome Refugees'.

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