Ana Abril es la única mujer en su academia para la oposición de bomberos en la Comunitat Valenciana. No tiene a ninguna otra compañera ni prácticamente referentes en los que apoyarse. «Llevo unos dos años preparando las pruebas, pero mi mayor problema es la cuerda, empezar desde el suelo y tirar solo de brazos es una locura», explica. Siempre ha sido deportista, era la capitana del equipo de rugby Les Abelles y jugaba en la división de honor (la máxima competición de este deporte), pero cuando empezó a prepararse la oposición no era capaz de subir ni un palmo del suelo y, meses después, sigue sin poder completar el ejercicio. Lo que no sabe, es que estas pruebas podrían cambiar y el mítico ascenso a la cuerda pasaría a la historia.
Esta es la propuesta que lanza un equipo de investigadores de la Facultat de Fisioterapia de la Universitat de València (UV), un proyecto que ha obtenido el consenso de los sindicatos, el Servicio de Prevención y Extinción de Incendios (SPEIS) y la Generalitat Valenciana. Unos nuevos exámenes físicos, compuestos de cuatro pruebas, más acorde a los futuros requerimientos laborales y que buscan reducir la enorme brecha de género que todavía acecha esta profesión.
La investigadora principal del estudio, Maria Teresa Pellicer, esclarece que desde hace tiempo se reivindica que las pruebas no estaban adaptadas y que no son seguras, por lo que su equipo se puso manos a la obra. «Fue en una reunión tres años atrás en la que se decidió cambiar las pruebas de verdad, hacer una inversión real y con garantías, es decir, dejar de lado el popurrí e intentar definir lo que es la profesión», destaca.
Para Pellicer, las pruebas actuales son «genéricas» y distan mucho del trabajo diario que se realiza en cualquier parque de bomberos. Asegura que el acceso al cuerpo de bomberos y bomberas «no ha experimentado ninguna modificación real» en décadas y critica que están «totalmente mal baremadas».
Hasta la fecha, los opositores se tienen que enfrentar a seis exámenes distintos: subir una cuerda de seis metros (hombres) y cinco metros (mujeres), utilizando tan solo las manos; nadar 100 metros; correr 3.000 metros; subir una torre con 15 kilos de lastre, hacer press de banca, y completar 60 metros lisos en un tiempo de cinco segundos. «Son pruebas para saber la condición general de cómo está la gente, pero realmente no necesitas esas capacidades para desarrollar la profesión», apunta el investigador del estudio Carlos Sendra.
Cuatro exámenes más adaptados
Por ello, han decidido desmontar la oposición y suprimir todos aquellos tests que consideraban innecesarios. El único examen que se mantendrá intacto es el de 3.000 metros porque en el cuerpo de bomberos es «necesario tener resistencia aeróbica». También se conservará la subida a la torre, pero con una modificación sustancial, en lugar de subir con 15 kg se ampliará a 30kg. «Vimos que se requería mucho más peso porque, además del traje, siempre llevan más material», justifica la investigadora.
«En cuanto a excarcelación, observamos que trabajan con una herramienta de 20 kg en varias posiciones, y que, al final, lo que tienen que hacer es arrastrar mucho peso todo el tiempo. Hemos hecho un circuito en el que arrastrarán ese lastre en diferentes posiciones, también en cuadrupedia, la postura que suelen adoptar para evitar el humo», continúa.
El cuarto test será de natación. Los 100 metros han quedado atrás en la propuesta del estudio, que duplica la distancia y, cada 40 metros, los opositores deberán realizar una apnea en los diez siguientes. Pellicer explica que las boyas de las playas suelen situarse a unos 200 metros de la orilla, por lo que aquellos efectivos que trabajan en un parque de costa recorren largas distancias. «La apnea se ha incluido porque cuando hay riadas o rescatan a alguien aguantan la respiración debajo del agua», añade.
Mismo 'apto' para hombres y mujeres
La primera propuesta de este estudio se ha presentado después de consultar a diversas mesas de expertos y observar realizar diversas pruebas con un total de 32 personas, sin perder nunca de vista el objetivo de reformular los requisitos para adaptarlos al trabajo diario del cuerpo. En palabras de Pellicer, para que la preparación de este examen funcione como una «primera simulación» del día a día.
Ahora, el equipo de la Universitat de València ha hecho un llamamiento para que bomberos y bomberas, opositores, gente activa y alumnado de la Facultat de Fisioterapia se acerquen a realizar las nuevas pruebas. Quieren alcanzar una muestra de unas 200 o 300 personas para comenzar a establecer los baremos. «Consideramos que el 'apto' tiene que ser el mismo para hombres y mujeres y posteriormente generar baremos diferentes a partir del 'apto'», apunta.
La investigadora insiste en que la idea es fijar unos tiempos mínimos «de garantía» que sean «asequibles» para el conjunto de aspirantes: «Y a partir de ahí, como somos diferentes fisiológicamente, hay que poner un techo para ellos y otro para ellas para diferenciarse en el resto de puntuaciones. Eso sería lo adecuado a nivel de agravios comparativos y de seguridad».
Una futura implementación de los nuevos tests planteados por el equipo de investigadores de la UV permitiría que las pruebas físicas «criben menos» y, por tanto, aumente el número de aspirantes, principalmente de mujeres, que acceden al cuerpo. En este sentido, Pellicer precisa que, aunque las pruebas actuales «son más sencillas, los tiempos son muy difíciles de conseguir», mientras que en su propuesta «los tiempos serán más accesibles, a pesar de que las pruebas sean más complejas».
La limitación es "mental"
El cuerpo de bomberos y bomberas es uno de los sectores profesionales con un techo de cristal más pronunciado. El estudio de la UV atribuye esta brecha de género a una predisposición a pensar que las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres suponen una mayor desventaja para ellas a la hora de ejercer la profesión. A ello, se suman motivos como la falta de apoyo en el entrenamiento diario y el menor uso de los gimnasios, por sentir intimidación o timidez, así como la escasez de instalaciones de higiene para las mujeres y la preocupación por la menopausia.
«No es una cuestión de que no puedas desarrollar el trabajo. Hemos visto a bomberas que han venido desempeñándolo de la misma manera que sus compañeros», puntualiza Pellicer, para quien las pruebas actuales establecen una serie de «líneas rojas», sobre todo a nivel mental, que provocan un «rechazo» ya desde las primeras fases de preparación de la oposición: «¿Cuántas cosas tienen que hacer para acceder, cuánto tiempo le tienen que dedicar para que, después, quizás no pasen las pruebas, se pongan nerviosas o no sean capaces de implementarlo en ese momento?».
En pleno proceso de opositar para bombera, Ana Abril está de acuerdo con las percepciones de la investigadora. Cree que los exámenes que está preparando son «muy duros y excluyentes» para las mujeres, pues «no todas pueden pasarlas». Por experiencia, asegura que mentalmente requieren un trabajo complicado porque «no nos lo creemos», aunque, al conocer la investigación en curso, confirma que esta será «una buena noticia para muchas mujeres».