Los atentados del 11 de marzo de 2004 pusieron a prueba la respuesta de los servicios de emergencia sanitaria de la Comunidad de Madrid, que se enfrentaron a la mayor matanza terrorista registrada en suelo europeo sin los protocolos de incidentes de múltiples víctimas que existen ahora y que lograron la evacuación de todos los heridos en un tiempo récord.
Los sanitarios del Summa 112 que aquel jueves de marzo acudieron a Atocha tras las cuatro explosiones registradas de forma casi simultánea en trenes en Atocha, en las estaciones de Santa Eugenia y El Pozo y en la calle Tellez lograron evacuar a todos los heridos en 2.40 horas.
Este servicio de emergencias sanitarias recibió la primera llamada alertando de una explosión en la estación de Atocha a las 7.37 horas y, casi de forma simultánea, otras dos llamadas alertaban de otras tres explosiones.
Dentro de la desgracia, la fortuna de la hora a la que se registraron las explosiones hizo que coincidieran dos turnos de sanitarios, los que terminaban a las 8 su guardia y los que les relevaban. Tras enterarse de lo ocurrido, muchos profesionales que no trabajaban acudieron a los distintos focos por sus medios.
Es el caso de Israel Rodríguez, técnico en emergencias Summa 112. «Estaba librando, iba de camino al centro a hacer unas gestiones con el coche e iba escuchando en la radio lo que pasó. Entonces me dio tiempo a desviarme a Menéndez Pelayo, a aparcar el coche en un vado prohibido. Estaba la policía allí cortando ese trozo de calle que iba a dar a la calle Tellez y puse un cartel en el coche y la Policía me dijo que no había problema. Me puse un chaleco que saqué del maletero y me bajé a donde estaban los compañeros de mi ambulancia, a la calle Tellez, y fue con ellos con los que estuve colaborando», ha relatado a Europa Press.
En total, el Summa 112 movilizó ese día 18 UVIs móviles, siete vehículos de intervención rápida, los dos helicópteros con los que cuenta, ocho unidades de atención domiciliaria y cinco vehículos con material extra, según ha explicado Gemma Rodríguez Leal, supervisora Enfermería Summa 112.
Asimismo, coordinó la movilización de 50 ambulancias del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) y decenas de medios privados y protecciones civiles.
En total, los profesionales del Servicio de Urgencia Médica de Madrid atendió a más de 600 heridos en los focos y trasladó a 30 en estado muy crítico a hospitales. Desde el centro coordinador, cerca de mil personas recibieron apoyo psicológico y otras 500 fueron atendidas en los tanatorios e Ifema, habilitado como morgue.
Olor, en la memoria
Israel, que ese día ayudó a los heridos en las explosiones de la calle Téllez, ha explicado lo duro de enfrentarse a tantos cadáveres. «Nos tocó colaborar mucho con Bomberos en la recogida de los cuerpos que allí quedaban finalmente. Recuerdo como no había coches fúnebres suficientes para poder hacer los traslados a Ifema y entonces se empezaban a hacer norias de ambulancia», ha relatado.
Las llamadas 'norias de evacuación' forman un sistema de traslado de heridos formando un circuito entre las tres zonas de la cadena asistencial (recogida de heridos, transporte y entrega en centro de asistencia), con una disciplina perfectamente establecida y conocida por todos los involucrados en los servicios de emergencia.
Otro de sus recuerdos más vivos, hace referencia al comportamiento solidario de los vecinos. «Nos daban ánimo cada vez que nos veían salir y entrar de la zona de seguridad. Algunos incluso nos bajaban comida. Nos bajaban bocadillos de filetes de pollo empanados, nos bajaban agua, nos bajaban refrescos y nos daban mucho encomio por lo que estábamos haciendo», ha destacado Israel.
Pero especialmente, ha relatado a Europa Press, tiene marcado el «olor». «Nos olía la ropa, un olor muy peculiar que no es el que habitualmente estamos acostumbrados a manejar y nos costó mucho el sacar ese olor de allí, de nosotros», ha resaltado.
Un aprendizaje para el futuro
Veinte años atrás, cuando se registraron los atentados, no existían los protocolos de incidentes de múltiples víctimas que existen ahora, aunque el resultado fue una actuación conjunta y coordinada. «Fue una experiencia personal y profesional desagradable, pero nos pudo servir para lo que años más tarde tuvimos que afrontar en diferentes situaciones de emergencia», ha destacado este técnico en emergencias del Summa 112.
Israel también recuerda el silencio que inundó Madrid en los días posteriores a la mascare yihadista y la actitud de agradecimiento que demostró el pueblo madrileño con las personas que ayudaron a salvar vidas ese día.
«Al día siguiente cuando nos pusimos a trabajar no hubo avisos, la verdad que la población de Madrid fue muy solidaria y no hubo ningún aviso y cada vez que parábamos en un semáforo, cuando estábamos por Madrid, la gente se daba la vuelta y nos aplaudía», ha indicado Israel como parte positiva de aquella experiencia.
Pese a ello, la supervisora del Summa 112 ha subrayado que esta tragedia marcó a los profesionales que estuvieron ayudando y trabajando ese día, que recibieron ayuda psicológica posterior para prevenir que desarrollaran patología post-traumática.