El cineasta Pedro Almodóvar ha sostenido que España «es muy plural» y «es mucho más de lo que cuento en mis películas», si bien ha reconocido que es una responsabilidad que su cine haya servido para que fuera del país se dieran cuenta de que España había cambiado.
Se ha pronunciado así durante un encuentro con el público, celebrado en la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, al que han acudido 1.900 personas, en el marco de la celebración de los Premios Feroz 2023, que se entregarán este sábado y donde Almodóvar será galardonado con el Premio Audi Feroz de Honor 2023.
Ha contado que, como español y que hace cine en España, su visión es la de un ciudadano de este país, con su punto de vista. También ha considerado que su cine comenzó en un momento en el que en el panorama internacional «había interés por qué ocurría aquí», porque antes «nadie había querido saber nada», salvo algunas excepciones, «y no vamos a poder igualar la década de los 60 en calidad de obras maestras».
En su caso, ha precisado que partió del momento de la Transición y es su resultado. «Sin eso no habría podido hacer las películas que he hecho», aunque ha reconocido que en 1978 él solo pensaba en divertirse, no tenía una preocupación política, ni tampoco la Movida fue un movimiento político. «Que algo se movía era evidente» y «salimos a calle y descubrimos que habíamos perdido el miedo y se trataba de vivir esa libertad».
Ha opinado que en la Transición se hizo lo suficiente para dar el paso a la democracia. No obstante, su cine ha evolucionado como lo ha hecho él y también España «ha ido cambiado» y ha sido más tarde cuando ha ido recuperando la memoria y ha expuesto cuestiones pendientes desde esa época, como la de las fosas comunes que abordó en su película 'Madres paralelas'.
«Fue uno de los precios que tuvo que pagar la izquierda para poder tirar adelante» y sí ha reprochado que el PSOE, en los años 80, cuando obtuvo mayorías absolutas, no lo abordara, como una cuestión «meramente humana».
Lo que ocurría en las calles
En su caso, al principio de su carrera quiso hablar solo «del momento en que España da el paso a la democracia porque lo que ocurría en las calles y las noches era lo más interesante de lo que se podía hablar» y quiso ignorar al franquismo «incluso la sombra de su existencia».
Ha lamentado que en estos momentos «la corrección política se ha convertido en la peor de las censuras, hay que estar mirando a ver a quién ofendes» y la sociedad española «ha mermado mucho en libertades y nuestra democracia necesita una revisión y refrescarla de modo urgente, y nuestra Constitución también».
Almodóvar ha rememorado su infancia y adolescencia, en la que, a pesar de que su padre luchó en la Guerra Civil, no habló nunca de eso. «Hubo un silencio patológico que se contagió a todos los miembros de la familia». También ha hablado de sus años en la localidad de Poleñino, en la provincia de Huesca.
«Nosotros en los años 50 nos movíamos en búsqueda de prosperidad» y la primera salida de su familia de Calzada de Calatrava fue a Poleñino, en 1957, donde su padre encontró un trabajo: «Pasaba lista todas las mañanas a los trabajadores» que desarrollaban el plan de regadío de Los Monegros.
«Hay algo que toda mi familia recuerda, nos encontramos con una hospitalidad y bondad difícil de creer» y al día siguiente de llegar, «veníamos en una situación muy precaria» y, «cuando mi madre abrió la puerta, se encontró con un hatillo lleno de frutas y verduras».
Lo más real
El cineasta ha manifestado que fue en Poleñino donde comenzó a ir al cine, donde vio mucho cine italiano, mexicano, películas de folclóricas españolas, alguna de género y alguna de vampiras, ha rememorado: «Descubrí que aquella realidad era más real de lo que me rodeaba, era el universo donde yo quería vivir».
No obstante, creía que las películas las hacían los actores y no fue hasta su adolescencia, en Cuenca, cuando descubrió que había un gionista y alguien detrás de la cámara y «que era ese lugar que quería ocupar».
Ha manifestado las dificultades que tuvo y cómo tuvo que compatibilizar su trabajo como auxiliar administrativo en Telefónica entre 1970 y 1982, donde pidió hasta seis permisos para rodar, uno de ellos para 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'. El cine le atrapó.
En la sesión, ha hablado de diferentes cuestiones, como el hecho de que su madre salga en algunas de sus películas, de su manera de abordar con naturalidad cuestiones como la homosexualidad o ser trasvesti, de su admiración y vinculación con el cineasta aragonés Luis Buñuel.
Ha reconocido que le gustaría escribir sobre personajes más jóvenes, «pero no los conozco», «son un misterio» y por eso no lo hace.
También ha reconocido que ser director de cine «es uno de los trabajos que entrañan más poder» y «cuando hay directores de carácter mandón, pueden hacerlo pasar mal al resto», pero él ha dicho que no lo es, y solo ha tenido que llamar la atención a tres actores tras haber rodado 22 películas y dos cortos. «El director debe provocar sensación de autoridad natural» y «debe tener delicadeza» porque cada actor tiene lo suyo y «puedes herir mucho a una persona, que en ese momento está en tu manos».
La sesión ha estado moderada por la presidenta de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE), María Guerra, el vicepresidente segundo de AICE, Luis Martínez, y el periodista Luis Alegre.