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El gran éxodo de mallorquines

La emigración hacia América, Argelia y Francia estaba en su punto álgido cuando ‘La Última Hora’ publicó su primer número

Personal de la factoría Ballester, de Sóller, en Puerto Rico. Imagen de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía. | Lluc Garcia

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A lo largo de la década de 1888 a 1897 en Mallorca, según datos procedentes de los saldos migratorios, más de 23 mil personas abandonaron la isla. Especialmente importante fue el año 1889 cuando la política de pasajes subsidiados de los gobiernos americanos provocó un alud de embarques al extranjero. En Baleares se contabilizaron oficialmente 3.937 emigraciones, principalmente a Argentina.

En los siguientes años continuó la emigración, pero con menor número de salidas. En 1893 al menos 1.232 personas abandonaron las Baleares, aunque probablemente fueron más porque la emigración ilegal escapaba al control estadístico de las autoridades. La mayoría de los expatriados consignó la ocupación de agricultores, seguidos de los dedicados al comercio y transportes. El destino principal fue Argelia, con 634 emigrantes. Desde la primera mitad del siglo XIX, la facilidad de las comunicaciones con la colonia francesa, las mayores oportunidades laborales y los salarios más elevados hicieron de la región norte africana un destino deseable entre los braceros. El resto se repartió entre una diversidad de países: Cuba, Francia, Argentina, Puerto Rico, Uruguay y México.

Las causas de la intensa emigración hay que relacionarlas con la crisis agraria de la Isla, a la cual se añadió posteriormente la crisis industrial en el sector del calzado. A partir de 1892 la plaga de la filoxera provocó la destrucción de buena parte de las viñas, cultivo que ya se encontraba en retroceso. La exportación de vino, tan abundante hasta entonces, quedó paralizada. La escasa demanda laboral en el campo, la aparición del paro y el descenso de los salarios provocaron una situación de miseria que llevó al límite de la subsistencia a un sector de la clase jornalera. Se crearon cocinas económicas en Palma y se repartieron raciones de comida en Manacor en 1898.

Según una encuesta realizada por las autoridades del Estado para investigar las causas de la emigración entre 1893 y 1895, Baleares fue la que tuvo consecutivamente durante los tres años los salarios más bajos de todas las provincias. La Diputación Provincial tuvo conocimiento en 1894 de la crítica situación de algunos municipios con paro entre los braceros y salarios que no llegaban al mínimo para la subsistencia.

Crisis profunda
Un ejemplo ilustrativo de la crisis económica fue Felanitx. El precio del hectolitro de vino había pasado de 20 pesetas a 4 pesetas. En 1887 la aduana de Portocolom facturaba 50 mil pesetas anuales con la exportación de vino mientras que en 1897 tan solo fueron dos mil. En octubre de 1898 el secretario del Ayuntamiento informó que no había ninguna embarcación matriculada en el puerto en contraste con el año 1890 con un vapor y seis pailebotes. Como consecuencia de ello, las cifras de la emigración en Felanitx fueron elocuentes: alrededor de 1.700 personas abandonaron el municipio entre 1888 y 1897. Junto con Andratx, Sóller, Manacor y Pollença, fue de los que numéricamente registró más éxodo.

La salida de habitantes iniciada ya en la primera mitad del siglo XIX proporcionó una experiencia migratoria previa. El posterior efecto llamada de familiares, amigos, conocidos o la recluta de más trabajadores, ayudó a perpetuar el proceso. Algunos emigrantes ejercieron trabajos específicos en los países de destino como los pescadores en Cuba. En Francia la venta de frutas, así como los cafés y restaurantes, fueron un sector ampliamente practicado por los mallorquines desplazados. A principios del siglo XX hasta la década de 1920 se intensificó la salida de habitantes. A diferencia del siglo XIX, la mayoría de ellos volvieron a Mallorca al cabo de unos años.

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