Se cumplen 125 años desde que un joven llamado Josep Tous i Ferrer, con un sinfín de ideas, unos ahorros en el bolsillo y muchas ilusiones, lanzó a la calle un nuevo diario, La Última Hora. Esta aventura se fraguó en una humilde tienda en el corazón de Palma, en la desaparecida illeta de Cort. Allí empezó todo, con una imprenta Marinoni plana y unas cuantas resmas de papel. Ha pasado más de un siglo y aquí seguimos.
No he sido testigo de toda la historia del periódico. Pero toda mi vida ha pasado ligada a él y al recuerdo de su fundador. Conservo en el imaginario de mi memoria infantil un perfil bastante nebuloso. Guardo la imagen de es padrí como un señor con una espesa barba y unas redondas gafas oscuras. Pero siempre he tenido una experiencia vivencial. Su figura y recuerdo han estado siempre presentes en mi familia. Es diari, sa llibreria, el Teatre Líric, el Cine Born o sa Plaça de toros eran como mi segunda casa, donde invisible volaba el espíritu de su fundador.
Encandilada, escuchaba siempre a mi padre contarme los inicios de su trayectoria. Me imaginaba a un muchachuelo con sus libros, corriendo por las callejuelas de la Palma de fines del siglo XIX. No quería llegar tarde a una escuela nocturna donde alternaba su formación con un trabajo diurno de aprendiz de encuadernador en los talleres de los impresores Gelabert y Rotger. Acabado el aprendizaje, se lanzó al vacío e inició su vida de empresa, creando en 1880 una pequeña tienda en el carrer de la Llum, que sería el germen de su proyecto empresarial: la Librería Tous.
La nineta dels seus ulls.
Aquel primer esfuerzo fue modesto. Lo empezó como un local de venta de diarios, artículos de papelería y globos de papel que él mismo hacía. Pronto inició su vida de impresor con una pequeña imprenta Minerva, en la que imprimía tarjetas de visita, facturas y material comercial. No tardó en mudarse a una esquina de la illeta de Cort en 1889. Mantuvo la pequeña tienda inicial como imprenta básica, con un limitado espacio de encuadernación. La imprenta fue siempre la nineta dels seus ulls. Era un impresor de nacimiento. Para él, la impresión no tenía secretos. De su labor en el arte de la tipografía nos han quedado, como ejemplo de una época, volúmenes de la Biblioteca Balear que él fundó, con autores como Gabriel Maura, Joan Alcover, Alcántara Penya o Pons i Gallarza.
Siempre quiso tener un periódico. Había hecho sus pinitos en publicaciones desaparecidas como L?Ignorància o La Roqueta, con artículos históricos y costumbristas, bajo el pseudónimo de Pep de Tots o Pep de Palma. Con ellos, se dio a conocer el futuro periodista, que un primero de mayo de 1893 lanzaría un nuevo periódico de forma inesperada, al no cristalizar un proyecto compartido de creación de un diario y decidirse él a emprenderlo en solitario. Así nació La Última Hora, no como una publicación más, sino como un periódico nuevo que renovaría la historia de la prensa mallorquina.
En aquella pequeña imprenta en que un joven aprendiz se inició en la profesión, nació el primer número y Palma recibió con interés las noticias al capvespre. El progreso del diario y la imprenta dejaron anticuados los primeros locales de impresión. Por ello, se trasladaron los talleres y la redacción a un edificio de la vecina calle de Sant Bartomeu.
«Timora, Timora, amb ses darreres noticies d?avui» resonaba cada tarde desde Cort y se esparcía por las calles de Palma. Así conocieron los palmesanos el nuevo periódico, el primero en ser voceado y que pronto se hizo popular. Salió a la calle en busca del lector. No era el ciudadano el que tenía que ir en busca de la noticia, sino que esta corría en pos de él. Renovó el periodismo y profesionalizó su gestión empresarial. El periódico nacía libre e independiente, en tiempo de grandes presiones políticas. Los redactores formaban parte de una plantilla con un sueldo establecido. También fue el primero en cobrar la publicidad y crear la suscripción mensual, con el coste de una peseta.
Avanzado a su tiempo
Es padrí fue un hombre avanzado a su tiempo. Nació con un siglo de adelanto. Sus actos redundaron siempre en beneficio y prestigio de la ciudad que le vio nacer, más que en el suyo propio. Ligado a la primera compañía para la explotación de coches de alquiler, intervino en la creación de la Compañía Aeromarítima, en los tiempos en que volar era toda una aventura. Participó en la fundación de la Compañía de tranvías de Palma y presidió la sociedad que creó el proyecto de urbanización de la Ciudad Jardín.
En la redacción del periódico impulsó el saloncito Beethoven. Presididos por un busto del músico, allí se reunían escritores como Alcover o Alomar, músicos como Noguera o Balaguer y pintores como Gelabert o Cáffaro. Al recalar en Mallorca personajes como Granados, Albéniz, Russinyol o Casas eran acogidos en las tertulias del salón. Creó cines, teatros y la Plaza de toros cuando ser empresario de espectáculos era más una aventura que un negocio, contratando espectáculos que solo su espíritu quijotesco podía organizar.
Ultima Hora nos ha visto nacer a todos. Pero fueron el amor a una profesión y el servicio a la sociedad de un hombre dinámico y emprendedor los que la engendraron. Un diario que ya es parte de nuestro paisaje y de nuestra historia, y que se mantiene firme en la búsqueda del lector. Se lo debemos a todos los que desde el primero de mayo de 1893 lo han hecho posible y a todos los que día a día han hecho factibles estos 125 años.