La presidenta ejecutiva de la FEHM, Inmaculada de Benito, desgrana las posturas de la Federación en materias como: el modelo turístico para Baleares, la ecotasa o el alquiler vacacional, entre otros. Asimismo, además de hablar con datos de esta recientemente finalizada temporada, se muestra precavida sobre resultados futuros.
—A poco más de un mes para finalizar el año, ¿qué balance hace de la temporada 2016?
—El balance es bueno, se han mantenido los niveles de ocupación, se ha crecido en empleo -más de 6.000 puestos de trabajo en el sector del alojamiento- y se han recuperado niveles de rentabilidad, lo que está favoreciendo la reinversión destinada a la mejora de producto, diversificación e incorporación de valor del destino turístico. Los resultados están ya encima de la mesa. La temporada se ha alargado unas cuatro semanas en el año 2016 y esperamos el 2017 siga la misma senda. El esfuerzo inversor y la valentía empresarial están favoreciendo la ampliación del ciclo de producción.
—Hablando de futuro, las previsiones desde la Federación Hotelera para la temporada del próximo año deben de ser optimistas...
—Las previsiones son muy buenas, sin embargo, estamos preocupados y por tanto somos prudentes en las previsiones. El mundo está muy convulso, la incertidumbre es la palabra que mejor define el momento actual. Esta situación va unida a que parte de nuestro éxito actual -si podemos denominarlo así- deriva de la existencia de un conflicto geopolítico en los principales destinos competidores del Mediterráneo y, por tanto, es prestado. La incertidumbre también se instala en nuestra hoja de ruta. Tenemos que estar muy atentos al nuevo gobierno electo en EE.UU., a las elecciones previstas en distintos países europeos de gran influencia para España y para Baleares como países emisores, Francia y Alemania entre ellos, y por supuesto a la gestión y negociaciones del Brexit, mercado clave en nuestro set de nacionalidades. Es por ello, que ahora más que nunca necesitamos alinear las decisiones privadas y las públicas a través de un plan de competitividad global para nuestras islas que nos permita aumentar nuestra productividad y por tanto que revierta en el bienestar y en la generación de riqueza de todos los ciudadanos de Baleares.
—La posición del sector hotelero en relación a la ‘ecotasa’ es conocida, ¿en qué punto están ustedes ahora?
—Nuestra oposición al impuesto ha estado siempre centrada en nuestra oposición al incremento de cargas fiscales como criterio general. Pensamos que es el momento de bajar impuestos no de incrementarlos. Es el momento de facilitar la inversión. Es el momento de mejorar la productividad. Es el momento de desarrollar un plan de competitividad global que desarrolle las denominadas políticas turísticas de segunda generación y por tanto vincule el turismo a la agricultura, al medio ambiente, a la tecnología, a la industria, pero de una forma estructurada que nos permita convertir nuestras ventajas comparativas en ventajas competitivas y por tanto mantener a largo plazo el liderazgo de una forma social, medio ambiental y económicamente sostenible. En paralelo el diseño del impuesto es erróneo, está desarrollado para paliar las deficiencias de financiación existentes, y este no es el camino. No recibiremos más financiación si somos capaces de soportar más fiscalidad, y además moviendo palancas clave para la competitividad con su aplicación, sin activar en su lugar ninguna otra con los fondos obtenidos del mismo para contrarrestar este efecto. El plan de turismo sostenible que hemos votado favorablemente, va a destinar los fondos a mejorar las infraestructuras hídricas, problema de Estado en este momento, pero que sin embargo tienen un canon específico para poderlas mantener y asegurar su continuidad y adaptación a los tiempos. El canon de saneamiento de agua no lo pagan los empresarios, lo pagan todos los ciudadanos de Baleares y su destino no está siendo el objeto del mismo sino la caja común. En definitiva, el impuesto no está orientado a afrontar retos sino a cubrir las debilidades del presente. Sinceramente es triste que no seamos capaces de desarrollar políticas público-privadas que nos permitan mirar hacia delante y no caminar hacia atrás.
—¿En qué punto se encuentran, a día de hoy, las relaciones de la Federación Hotelera con el Govern balear?
—Las relaciones son muy buenas. Trabajamos a diario con responsables de las diferentes administraciones con una relación fluida y con mucha empatía. Sí que es cierto, y estamos en ello, que pensamos que tenemos que aunar esfuerzos para consolidar la senda de crecimiento del empleo, en la que estamos inmersos. Eso sólo se puede hacer con el desarrollo de políticas público-privadas comunes y dirigidas en ambas direcciones a recuperar los niveles de bienestar del pasado. Los empresarios tenemos clara la hoja de ruta y trabajamos con el Gobierno para desarrollarla. Tenemos que visionar el futuro, convertir las debilidades del presente en fortalezas que nos permitan ser mejores. Eso sólo lo podemos hacer juntos. La empresa es el principal agente social de la economía, provee de empleo y de bienestar; por ello la Administración no puede abordar ninguna política sin requerir la ayuda, el conocimiento y el valor empresarial.
—¿Comparten modelo turístico con lo expresado por el Govern? ¿Cuál es su modelo turístico para Baleares?
—Mire, ojalá el único problema de Baleares fuera el redistribuir flujos de turistas. El problema de Baleares es definir y avanzar en el diseño e implantación de una política de competitividad que permita reorientar la inversión hacia la mejora de la productividad y, por tanto, hacia la generación de mayor valor añadido. Con ello no sólo mejoraría la sostenibilidad económica sino también la social y ambiental del turismo. No podemos seguir midiendo el éxito de la temporada turística en términos de llegadas de visitantes, sino en la capacidad del destino de traducir la llegada de visitantes en crecimiento y bienestar. Para ello, es preciso mejorar nuestra productividad y eso sólo lo conseguiremos a través de la innovación, hay que añadir valor a nuestro producto, a nuestro destino, a nuestras empresas,... Ello requiere, no sólo modernizar los productos existentes, que ya es una realidad, sino también el diseño de nuevos productos, más complejos, de mayor valor añadido, multiplicando las sinergias con el resto de activos (ambientales, culturales, etc.) y sectores productivos (agricultura, industria audiovisual, tecnología, etc.).
—Otro asunto recurrente durante las últimas temporadas es el del aumento de la oferta de viviendas para alquiler vacacional. ¿Cómo valoran este fenómeno, que no se produce sólo en Baleares?
—El problema existe por la inacción de la Administración. En Baleares, a diferencia de otras comunidades, está regulado el alquiler turístico. Hay unas modalidades que se han integrado en el sistema y que desde la entrada en vigor de la ley del turismo en el año 2012 han supuesto la legalización de más de 90.000 plazas turísticas. Y hay otras modalidades concretamente los apartamentos de propiedad horizontal -plurifamiliares- que tienen que seguir operando en el mercado de alquileres a través de la regulación vigente que es la Ley de Arrendamientos Urbanos y al margen del sistema turístico. Tenemos que definir si queremos avanzar en un modelo sostenible, social, medio ambiental y económicamente, y por tanto basado en la economía reglada o queremos entrar en un modelo basado en la especulación sin respetar, entre otros, los derechos básicos de acceso a vivienda y convivencia. Deberíamos tener un gobierno valiente y coherente que priorice la generación de riqueza a la especulación y que incentive la generación de empleo persiguiendo la economía sumergida. Sólo un plan de control puede accionar estas palancas. Nuestro modelo turístico tiene como eje central el crecimiento cero en capacidad. No debería ser el modelo de los empresarios debería ser el modelo de Baleares porque es el modelo que permitiría recuperar los niveles de bienestar perdido, acabar con la precariedad y fomentar una economía reglada sostenible en el tiempo.
—¿Qué prioridades o retos se plantea la FEHM en la actualidad?
—Tenemos un gran reto: asegurar la capacidad de Baleares de producir a través de sus empresas bienes y servicios turísticos que satisfagan las exigencias de unos turistas internacionales cada vez más exigentes y, simultáneamente, mejorar la calidad de vida de la población balear. Se trata de un solo reto, de nada serviría cumplir la primera parte de la frase y no la segunda. Es un objetivo de gran envergadura, que requiere de una política económica regional específica que sitúe el turismo en el centro del desarrollo futuro de Baleares. Un turismo diferente al que conocemos hoy pero que debemos empezar a construir ya. ¿Cómo? Favoreciendo la reorientación de la inversión pública y privada hacia aquellas palancas que son estratégicas para este nuevo turismo: más sostenible, más integrador, más inteligente. En el sector privado nos quedan muchas cosas por hacer. Sólo el 50 % de la oferta ha podido modernizarse. El motor debe seguir funcionando con extensiones a otros sectores. Además, las inversiones en las zonas turísticas maduras son una asignatura pendiente. No podemos seguir acumulando infraestructuras sin gestionar bien las existentes. La funcionalidad de las infraestructuras es más importante que su cantidad. Debemos aprovechar mejor lo que tenemos y debemos orientar todos nuestros esfuerzos a consolidar el posicionamiento internacional que ha alcanzado Baleares. De ello depende la calidad de vida futura y, por tanto, el bienestar y prosperidad de los habitantes de esta isla.