El verano es el momento del año en el que, afortunadamente, el dress code se relaja más. El calor y la presencia del sol hacen habituales, incluso en algunos entornos de trabajo permisivos, los pantalones y las mangas cortas y los vestidos veraniegos. Y un calzado ligero que, sin embargo, puede tener consecuencias para la salud.
El Dr. Fernando J. Rodríguez Segura, médico especialista en Traumatología de Juaneda Hospitales y experto en problemas de los pies, recuerda que «la fascitis plantar es una patología que causa dolor en la planta del pie y que tras el verano aparece con mucha frecuencia porque en esta época estival se acostumbra llevar un calzado muy plano».
Ese calzado extremadamente plano, esas chanclas y sandalias, tanto si proceden de una tienda de «todo a un euro» o de la más alta y costosa moda, pueden ser el desencadenante de un problema, gestado durante estos meses de calores, playas y actividades sociales al aire libre, que se manifieste a la vuelta de las vacaciones.
Por todo ello, el Dr. Rodríguez insiste en destacar que «un calzado adecuado en verano evitará muchos casos de fascitis plantar en septiembre». Dentro de su especialidad, el Dr. Rodríguez Segura es experto en cirugía del pie y en el tratamiento de las lesiones y enfermedades relacionadas con éste, desde la perspectiva de la traumatología.
«La fascitis plantar —continúa el Dr. Rodríguez— es una inflamación de la fascia [tejido fibroso de colágeno conectivo] localizada en la base del pie que y aguanta el arco de esa extremidad. Funciona biomecánicamente en consonancia con el tendón de Aquiles, de modo que si uno de ellos está acortado, el otro sufre.
«Cuando llevamos un zapato un poco alzado el tendón de Aquiles tira menos, por lo tanto la fascia trabaja menos. Si llevamos un calzado más plano, el tendón de Aquiles tira más y la fascia sufre más. La fascitis plantar es una patología clásica de septiembre, por las alpargatas y zapatos muy planos que se llevan en verano».
La indicación para mayoría de casos de fascitis plantar será la prescripción de antiinflamatorios, de unas plantillas adecuadas y de rehabilitación. «Es raro que sea necesaria una intervención quirúrgica», comenta el Dr. Fernando Rodríguez, señalando que «de diez casos que puedo ver al día solo es necesario operar uno cada tres meses».
En los casos en los que una fascitis plantar precisa una intervención quirúrgica, «lo que se lleva a cabo es una tenotomía percutánea es decir, un corte que se realiza a la fascia para extenderla». En algunas ocasiones «es posible que una fascitis plantar vaya asociada a un espolón, un crecimiento del hueso al nivel de la inserción de la fascia con el calcáneo».
El espolón, que puede no ser doloroso, «sale porque al tener mucha tensión la fascia en ese punto hay micro roturas, que producen micro sangrados, que se calcifican, y aparece el espolón». Esta lesión lleva al error «de mucha gente que cree que el espolón «pincha», aunque en sí mismo no tiene ningún problema. Es una consecuencia de la tensión».
Para prevenir la fascitis, el Dr. Fernando Rodríguez aconseja «no utilizar siempre calzado plano (alpargatas, por ejemplo) y estirar el tendón de Aquiles. Hacer estiramientos mediante el ejercicio de doblar el pie hacia arriba durante dos minutos al día tiene efectos preventivos y curativos en el 60% de los casos de fascitis plantar».
Otra patología muy habitual en estas fechas, y que puede llegar a requerir cirugía, es el neuroma de Morton, «una inflamación de un nervio interdigital del pie, frecuente cuando se llevan zapatos que no «cogen» el tobillo, como las sandalias, que obligan a agarrotar los dedos para «cogerlas», así como zapatos estrechos que también lo provocan.
«Ese gesto con los dedos —continúa explicando el traumatólogo— hace que el nervio que hay dentro del pie de atrape y se inflame, lo que suele generar dolor al apoyar e incluso un entumecimiento de los dedos». En estos casos la «fisioterapia puede ser suficiente para solucionar el problema, además de un cambio de calzado».
Si todo eso no funciona puede ser necesario pasar por el quirófano: «En ese caso se efectúa una liberación quirúrgica intermetatarsal del nervio, mediante un procedimiento percutáneo [realizado a través de pequeñas incisiones, generalmente guiada por ecografía], para que los huesos se abran y el nervio no esté atrapado».
El calzado, concluye el Dr. Fernando J. Rodríguez Segura, «ha de ser cómodo, ancho, con el talón un poco alzado y comprarlo tras habérselo probado, caminando por la tienda, para detectar molestias». De otro modo, unos meses de verano sin control sobre los pies pueden acabar en la consulta del traumatólogo a la vuelta de las vacaciones.