La música no solo es una fuente de entretenimiento, sino que también tiene beneficios significativos para la salud física y mental. Según estudios, escuchar música puede reducir los niveles de ansiedad y estrés, disminuyendo la producción de cortisol, la hormona relacionada con el estrés. Además, se ha demostrado que la música ayuda a reducir el dolor crónico, al liberar endorfinas que actúan como analgésicos naturales.
Otro beneficio importante es su capacidad para fortalecer el sistema inmunológico. Escuchar música puede aumentar la producción de linfocitos, células clave para combatir infecciones. Esto se debe a que al reducir el estrés, se optimiza el funcionamiento del sistema inmunológico, que es sensible a los niveles de ansiedad. Por ejemplo, la música clásica ha mostrado efectos positivos en la reducción de la presión arterial, beneficiando así la salud cardiovascular. Una investigación de la Sociedad Estadounidense de Hipertensión encontró que escuchar música clásica, celta o raga durante 30 minutos al día puede reducir la presión arterial alta.
La terapia musical también ha sido utilizada en el tratamiento de diversas condiciones neurológicas, como el Alzheimer y el Parkinson, ya que estimula la comunicación neuronal y mejora la plasticidad cerebral. Además, para las personas que sufren de trastornos del sueño, la música suave puede ser una herramienta efectiva para inducir la relajación y mejorar la calidad del descanso.
Por si fuera poco, tocar un instrumento musical también tiene efectos beneficiosos, ya que actúa como un "gimnasio para el cerebro", fortaleciendo la memoria, la coordinación y la concentración. Un estudio de la Universidad de Helsinki destacó que la música activa tanto el hemisferio izquierdo como el derecho del cerebro, mejorando el aprendizaje y la retención de información.