En Mallorca, numerosos núcleos del litoral se originaron a partir del crecimiento urbano vinculado a actividades económicas como la pesca, además de la transformación de antiguas colonias agrícolas y pesqueras. El primer Magaluf surgió como un destino costero tranquilo, con una atmósfera relajada donde predominaban los alojamientos familiares y las casas de veraneo. Su desarrollo estuvo marcado por la cercanía con las zonas de pinares litorales y sistemas dunares naturales y el acceso directo al mar. Aún se conserva la primera vivienda edificada en el año 1930 y cuya propiedad es de Catalina Feliu, nacida en 1935, en la cual sigue habitando. En primera línea de mar, su residencia conserva el carácter más genuino de los verdaderos orígenes de Magaluf.
Estos núcleos urbanos de nueva creación se transformaron con la llegada de la actividad turística. Surgieron los primeros hoteles del boom turístico iniciado en los años 1960, diseñados en altura para maximizar la capacidad de alojamiento y aprovechar las vistas al mar, un recurso clave. En poco tiempo se generó un crecimiento urbanístico intenso que dio lugar a áreas turísticas de gran densidad. La necesidad de optimizar el rendimiento de estos espacios llevó a la ocupación de tierras rústicas, afectando negativamente al paisaje. Esta transformación resultó en una pérdida de identidad del entorno y una disminución de su valor añadido. La larga trayectoria en el turismo y los inicios del boom de turismo de masas dejaron una huella de desgaste de su infraestructura.
Desde 1996 con la voladura del hotel Atlantic, el primer establecimiento hotelero de Magaluf, construido en el año 1959, se han planteado numerosos retos a afrontar hasta convertirse en un destino competitivo y moderno. Se aplica una nueva visión que valora el paisaje en el que la actividad turística se encuentra ubicada. Y con un esfuerzo notable de inversión pública y privada y el compromiso común de mejorar el destino se frenó este declive.
La planta hotelera y la oferta turística asociada han mejorado y el Ayuntamiento y administraciones públicas han trabajado en la reconversión de la zona. La eliminación de edificios obsoletos en las zonas más congestionadas del municipio que se han convertido en zona verde, la remodelación del entorno del municipio, como la Avenida Magaluf o la reciente renovación del Paseo Marítimo, un proyecto de envergadura que culmina el proceso de transformación urbana, reafirman el compromiso de modernización y adaptación.
Otras prioridades han sido la limpieza de playas, vigilancia de zonas de baño, seguridad nocturna, limitaciones de acceso a alcohol y control de ruidos que han impulsado el atractivo y calidad del destino.
El cambio de perfil del visitante y la normativa reciente han permitido reforzar el bienestar comunitario, impulsar la economía local a través de experiencias de mayor valor añadido y fomentar un desarrollo urbano más armonioso. Además, contribuye a la preservación del entorno, reduce la presión sobre los recursos naturales y garantiza una convivencia más respetuosa entre residentes y visitantes.