La afición del Real Mallorca no pudo viajar a Arabia Saudí por motivos claros: el elevado precio del desplazamiento y ser jornadas laborales. En condiciones normales miles de seguidores habrían hecho un esfuerzo como siempre en este tipo de citas para poder acompañar a su equipo, pero ayer tuvieron que animar desde la distancia y lo hicieron. La ilusión pudo con todo y en varios puntos de la ciudad muchos aficionados se concentraron para vivir los noventa minutos de fútbol.
Uno de los centros neurálgicos se concentró en el Bar Poliesportiu de Son Moix, lugar de encuentro de los aficionados que cita el Moviment Mallorquinista y que una vez más reunió a muchos aficionados alrededor de una pantalla gigante. Comida y bebida no faltó para amenizar una previa que arrancó a esos de las seis de la tarde. Un nuevo diez para la organización que lidera Sebastià Oliver.
Otro de los puntos de encuentro de muchos mallorquinistas fue el Bar Pigalle de la calle 31 de Desembre, que congregó a un gran numero de aficionados bajo la bandera del mallorca y de su ídolo principal, el jugador de Artà, Abdón Prats. Con un ambiente fenomenal antes y durante el partido, el bar dio lo mejor de sí para que todos los seguidores estuvieran cómodos y y pudieran disfrutar del partido.
El resultado final no fue el esperado en ninguno de los escenarios y al final el marcador fue el que fue y los sueños por llegar a una nueva final se fueron desvaneciendo con el paso de los minutos.
Sin embargo, todavía quedan emociones esta temporada y pese a que el equipo ya no está vivo en la Copa y superó ya el sueño de la Supercopa, resta mucha Liga por delante y emociones intensas.
El equipo está en la zona alta de la clasificación luchando por meterse en Euroopa y en eso se centrará a partir del lunes 20 cuando vuelva a jugar en el torneo doméstico ante el Villarreal. La afición se prepara para una segunda vuelta intensa.