El Mallorca abrió la tarde con la esperanza de asentarse virtualmente en zona Champions y, dos horas después, cerró el partido oliendo a chamusquina, con cinco goles en el zurrón, una imagen preocupante de Mojica -culpable directo de los dos primeros goles del Barça y cabezazo a Morlanes en una pérdida de papeles inadmisible-, Darder mosqueado por su cambio -cuando estaba siendo el mejor del equipo- y la sensación de que el partido ante el Barça le había quedado muy grande... El equipo, tradicionalmente seguro atrás, planteó un partido a tumba abierta, una táctica suicida cuando tienes enfrente a un jugador como Lamine -se adueñó del partido en la última media hora- y cuando, además, le regalas los dos primeros goles. Hasta Raíllo cometió errores impropios de su calidad...
Mojica tiene dos caras que le convierten en un futbolista imprevisible. Héroe en Las Palmas con el gol de la victoria y villano en los cuatro últimos días para olvidar, con dos penaltis cometidos, un despeje evitable y un cara a cara con su compañero que no gustó un pelo a Jagoba y que debe arreglar entre bambalinas.
Jagoba se equivocó con el planteamiento inicial y con los cambios. No supo encontrar el camino -cayó en once fueras de juego- y retiró a Darder cuando era el único capaz de ver algún resquicio. Sin tiempo para lamerse las heridas, llega el duelo del viernes en Vigo. Espero que Mojica se haya tranquilizado para entonces...