Los prolegómenos de la final de la Copa del Rey entre el Athletic Club y el Real Mallorca han plasmado en las gradas de La Cartuja la abrumadora mayoría de aficionados bilbaínos que se han visto en las calles de Sevilla y que ocupan las dos terceras partes del aforo de 60.000 espectadores del estadio sevillano.
Poco a poco se han ido dibujando y coloreando las gradas y se ha plasmado en ellas una diferencia abismal en número y, lógicamente, en la potencia de sus cánticos, esporádicos los de los mallorquinistas y las más de las veces ahogados por los seguidores vascos.
Riadas de aficionados, mayoritariamente del Athletic, iban afluyendo por las avenidas aledañas a La Cartuja, que fue llenado sus localidades desde dos horas antes del comienzo del partido y en el que empezó a dibujarse a toda la afición del Mallorca en el Gol Norte del estadio bajo la leyenda 'Tot Mallorca está amb tu!
Los del mexicano Javier Aguirre saltaron al césped poco después de las ocho y media ante el entusiasmo de los suyos y con el apoyo musical de un grupo de música y danza mallorquín y, ya metidos en harina, con el himno del Real Mallorca.
Los decibelios los puso la afición vasca cuando media hora más tarde, bajo los dos leones flanqueando la leyenda 'Unique in the world', salieron calentar sus porteros, Julen Aguirrezabala y Unai Simón, y La Cartuja apuntaba lo que iba a ser una hora más tarde.
La leyenda José Angel Iríbar suscitó las primeras divisiones entre las aficiones al ser entrevistado en el estadio y ser abucheado por la afición mallorquinista, a lo que respondió con una ovación atronadora la del Athlétic y el cántico de 'Iríbar, Iríbar, Iríbar cojonudo, como Iríbar no hay ninguno'.
Francisco Javier Labandón 'El Arrebato', autor del himno del Sevilla, empezó a cantar y se le oyó poco porque en ese mismo momento saltó a calentar el Mallorca, lo que se reprodujo y acrecentó cuando a falta de cuarenta minutos del comienzo del partido lo hizo el conjunto de Ernesto Valverde y el ambiente empezó a ser ensordecedor.
La afición bermellona seguía siendo superada por los cánticos de los aficionados del Athletic, aunque el 'Ay morena de mi corazón' de Omar Montes y los sones de los mariachis pusieron a todos de acuerdo, no tanto con un híbrido de sevillanas, de ésas que se tocan en los tablaos para 'guiris'.
Ahí empezó, con sendos y enormes tifos en los goles de ambas hinchadas y sus escudos sobre el cesped, a imponerse la potencia de la afición bilbaína pese a los intentos de la minoría bermellona en una caldera muy desigual en sus gradas.
Antes de que el árbitro andaluz José Luis Munuera Montero ordenara que se pusiera el balón en juego, el mexicano Javier Aguirre fue a abrazar a su colega Ernesto Valverde, los responsables de que sobre el césped sí haya desequilibrio para sus pupilos.