Solo falta la certificación matemática, pero el Mallorca jugará la temporada que viene en Primera. Ayer, el equipo de Aguirre ganó (0-1) en Vigo al Celta y ha dejado un boquete con las posiciones de descenso de diez puntos. Es decir, que Europa está más cerca que el infierno -si el Madrid gana la Copa-. Amath, tan fallón como casi siempre, acertó a adelantar al Mallorca cuando solo se habían disputado veinte minutos de partido. El equipo se defendió con orden, contragolpeó con peligro, pero el descanso fue reparador. Los gallegos apretaron más y más en la segunda mitad. El Mallorca se atrincheró, defendió muy atrás, sufrió en demasía, pero el cronómetro avanzó sin pausa hacia el final. El Celta, a pesar de su empuje, no logró crear gran peligro salvo el remate de Tapia que repelió la cruceta en lo que hubiera sido el golazo de la jornada.
La temporada no ha acabado, aunque hoy solo cabe esperar que los próximos partidos del Mallorca no coincidan con el último concierto de Antònia Font en Mallorca en el marco del Acampallengua o con algún otro retorno de Ocults y sus míticas Com una mallorquina o Pa amb oli nacional.
Ya les he hablado en alguna oportunidad del Unión Berlín, un club tan popular como peculiar. Es, por ejemplo, propiedad de sus socios. La afición del único club de la ex República Democrática Alemana que milita en la máxima categoría mostró días atrás una pancarta contra la ampliación de una autopista, la denominada A 100. Su construcción supondría la destrucción de dos clubs de música techno y la afición del Unión reivindica la esencia bohemia y alternativa de la ciudad. El compromiso del equipo alemán con Berlín, con sus ciudadanos y sus problemas es incuestionable. Que el Mallorca pueda pronunciarse públicamente sobre un tema de debate entre la ciudadanía es casi imposible. Es una pena. l