La Liga de Aragonés empieza cuesta arriba para el Mallorca. Las últimas diez jornadas, ese tramo del campeonato en el que según el técnico de Hortaleza se decide todo, vuelven a sorprender al equipo balear a pierna cambiada y con un montón de agujeros por tapar. Los de Luis García Plaza no han pisado en toda la temporada la zona de descenso, pero llevan meses perdiendo altura y emitiendo muy malas sensaciones. Después de cinco derrotas consecutivas (9 en 11 partidos), la amenaza de una caída al pozo está cada vez más extendida.
El Mallorca no llega con buena cara a la recta de meta de la temporada. Lleva tiempo siguiendo una línea descendente que ha terminado de saltar por los aires en esta segunda vuelta, convertida ahora en un campo de minas. En el segundo ciclo de la competición solo ha sumado más puntos que el Rayo Vallecano y el Granada y comparte con el conjunto nazarí el mayor paquete de derrotas (7 en 9 jornadas), además de ser el equipo que más encaja: 20 goles en contra. Hace más de tres meses que tiene las puertas de su área abiertas de par en par (la última vez que dejó la portería cero fue contra el Celta, a principios de diciembre) y del centro del campo hacia adelante sus números se han oxidado de manera preocupante.
Acumula menos de un gol partido y solo en casa ya lleva tres partidos seguidos sin encontrar la diana. No terminan ahí las averías del Mallorca, cuyo contador ha llegado a los 48 goles recibidos. Unos números difíciles de soportar a medio y largo plazo que, curiosamente, son prácticamente calcados a los que manejaba hace ahora dos años, con Vicente Moreno situado sobre el puente de mando. Con un punto menos en la cartera (25), había encajado exactamente los mismos tantos en contra y había marcado dos más. La única gran diferencia es que aquel equipo tenía los dos pies metidos en el fango y solo encontraba a su espalda al Leganés y al Espanyol. Ahora, de momento, aún hay cuatro equipos peores a los que observar a través del retrovisor: Granada, Cádiz, Alavés y Levante.
Mientras el Mallorca pierde fuerza y su propuesta se arruga, la parte baja de la clasificación se comprime peligrosamente y el calendario se empina. Al equipo le esperan diez jornadas sin arcenes en los que detenerse a respirar y tiene por delante una pequeña batería de duelos directos —todavía tiene que enfrentarse a Getafe, Elche, Alavés y Granada— en los que tendrá que ajustar cuentas. Empezando por la final del domingo en Cornellà.