Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama. Quedarse bien tapado en casa y dejar que las horas transcurran sin más hasta un nuevo amanecer... Aleksandar Sedlar vivió la noche de este viernes una de esas jornadas y las consecuencias resultaron catastróficas para el Mallorca, que se marchó del Wanda con todas las luces apagadas y asomado de nuevo al abismo de la categoría después de sufrir ante el Atlético de Madrid su vigésimo primera derrota de la temporada. Una barbaridad (2-0).
El mejor central de la liga polaca el curso pasado completó un primer acto nefasto. Primero arrolló a Morata en el área con un placaje incomprensible y un agarrón eterno y luego entró en el área cinco metros antes de que lo lanzara el delantero atlético... y lo despejara Reina. En la repetición, el ‘9' rojiblanco no falló y abrió la lata (minuto 28). Y justo sobre la bocina del primer tiempo, cuando se cumplía el minuto 49 con los cuatro de añadido, Trajkovski festejó su primera titularidad con una pérdida grosera dentro de su propia área que, previo robo de Koke y centro de Llorente, desembocó en el 2-0 que propició el descanso y certificó el duelo.
Esos inocentes errores en la zaga agujerearon la moral de un Mallorca que siempre vivió agarrado a la zurda de Take Kubo. El japonés fue un oasis de calidad en medio del desierto de ideas de un equipo timorato que tiene lo que tiene. Que lo deja todo sobre el césped, que no se desordena con facilidad, pero que todas sus carencias se destapan en las áreas. En las cocinas de los duelos, el Mallorca mira su despensa y no encuentra ingredientes para cocinar nada comestible. Sobre todo en uno de los salones más cotizados del país. Porque este grupo carece de alguien con mando atrás y adelante. Sobre todo sin Valjent ni Budimir -sancionados- sobre el verde.
El Mallorca abrió el candado de la noche con ganas y buenas sensaciones. De hecho, suyo fue el primer disparo a puerta, un chut de Kubo desde la frontal del área que murió en los guantes de Oblak. El internacional esloveno ya había intervenido un minuto antes después de un centro chut de Alejandro Pozo, tan bueno atacando como débil defendiendo.
Simeone dio un grito desde el banquillo y su equipo despertó de su letargo. Saúl metió un balón al espacio, Manu Sánchez centró y Gámez se lanzó para taponar el disparo de Morata a bocajarro. Carrasco, en un gran momento de formo, se creó una ruta por el carril de Pozo y ahí encontró petróleo. Cada internada del internacional belga hacía temblar los cimientos de la zaga. En el ecuador del primer acto, en una jugada aparentemente sin peligro, Morata recibió el balón dentro del área y Sedlar le atrapó con los brazos durante varios metros. El árbitro no dudó y ejecutó al Mallorca con su décimoquinto penalti de la temporada en contra... algo insólito en la Primera División.
Morata lanzó y Reina despejó el balón. Unos segundos después, Alberola Rojas se puso la mano al pinganillo y ordenó repetir. Reina tenía un píe pisando la línea de gol, pero Sedlar se había adelantando al lanzamiento. Álvaro repitió la ejecución, pero con mejor suerte.
El Mallorca acusó el mazazo del gol y el Atlético, sin necesidad de manejar el balón, comenzó a generar ocasiones, aunque la mala puntería de Joao Félix -El niño perdonó dos ocasiones clarísimas- dejó todo como estaba hasta el último minuto del primer tiempo, cuando los rojiblancos sentencieron la cita. Trajkovski perdió un balón en su área, Koke robó el cuero y Morata, adelantándose a Sedlar, rentabilizó un pase medido de Llorente.
Con esa losa en el marcador, el Mallorca abrió el segundo acto con las mismas buenas intenciones de siempre, pero sin pólvora arriba ni cerrojo atrás.
Lo mejor del Mallorca pasaba por la zurda de Kubo, mientras Moreno reservaba a los titulares para oxigenar al equipo en busca de un milagro que ni siquiera acarició. Porque Koke, apoyado en la mala fortuna que está acompañando a Sastre, selló el tercero con un chut que desvió el porrerenc. Ahora toca rezar para que Celta, Eibar y Alavés no sumen y la salvación todavía sea posible.